Este año ya está llegando a su fin. Es momento de ponerlo en la balanza para saber hacia dónde se inclina. El 2022 ha sido, sin quizá, uno de los más retadores para quienes tienen la obligación y el deber de tomar decisiones, principalmente en el ámbito económico. Todos los países han tenido que enfrentar un proceso inflacionario que ha puesto en juego su estabilidad, paz social y crecimiento.
Los problemas derivados de la invasión rusa en Ucrania, como es el incremento de las materias primas y commodities como el petróleo, pusieron en jaque a las economías más débiles, obligándolas a endeudarse más para cubrir el déficit fiscal generado tras las medidas para ayudar a la población a superar la crisis del covid-19.
Ha sido un año de importantes retos en materia de política macroeconómica. Los presupuestos quedaron cortos y los gobiernos tuvieron que echarles mano a todos los recursos disponibles para aguantar el choque externo, como fue subsidiar un sector tan sensible como los combustibles para evitar que el efecto dominó que tiene en los precios internos.
Los resultados fiscales de todos los gobiernos apuntan a que este año ha sido el peor en cuanto a evitar que aumente la deuda pública. Sólo hay que recordar que el Fondo Monetario Internacional (FMI), cuando se apretó el panorama, puso a disposición de sus miembros una serie de facilidades de liquidez para enfrentar la crisis.
Lo mismo hicieron los bancos centrales. Ahora, como medida contracíclica, están subiendo las tasas de interés para frenar la inflación provocada por el entorno internacional y la necesaria expansión monetaria a la que se vieron obligadas las autoridades monetarias del planeta.
Podría decirse que el 2022 ha sido un año de transición económica si se parte de que el 2021 fue el de la recuperación, luego de una caída histórica del producto en 2020.
Lo de transición viene a la mesa porque parece que las variables económicas comenzaron el tránsito hacia su normalización, aunque será necesario esperar la segunda mitad de 2023 para la inflación en su nivel normal.
En lo que compete a la actuación de las autoridades fiscales, es oportuno destacar su desempeño desde el punto de vista de la transparencia y eficiencia con que han ejecutado las acciones, principalmente en lo atinente a los subsidios. Se han quedado corta en la inversión de capital, pero ha de esperarse que el próximo año corra con mejor suerte, ya que es necesario que los dominicanos comiencen a ver resultados tangibles en materia de desarrollo de infraestructura.
La evaluación de la política monetaria quizá debe quedarse para otra ocasión.