Hace demasiado tiempo que necesitamos un mejor marco legal de seguros y un regulador más eficiente. Las circunstancias están empujando la urgencia de tener un marco regulador al nivel que demandan los cambios de los procesos productivos y climáticos, efectivo y activo, que vele por un mercado de seguros más simple y entendible para nuestros asegurados y prospectos, con la garantía y fortaleza que garantice el cumplimiento de sus obligaciones en el peor de los casos.
Estamos teniendo una visión muy corta y rentista, sin tomar en serio aspectos tan importantes como la garantía y seguridad a futuro de los eventos impredecibles que inevitablemente estamos teniendo actualmente y con más frecuencia en los años subsecuentes. Estamos perdiendo de vista la naturaleza del seguro. Es responder ante los accidentes negativos producidos por el hombre, sus circunstancias y la naturaleza, para garantizar la continuidad de las inversiones y los empleos por la tranquilidad y bienestar social.
El mercado asegurador es el más afectado por los eventos naturales, y por tanto, debiera ser más proactivo en invertir para la investigación, acumulando información obtenida de sus actividades para innovar y desarrollar mejores prácticas, y buscando que los riesgos sean más predecibles y cuantificables. Pero también ayudar a la sociedad, a las instituciones a adoptar y fortalecer una práctica gerencial ante los riesgos para mitigar sus efectos e incluso para prevenirlos.
Ahora bien, es difícil que, de por sí, los accionistas tomen la decisión de invertir en lo que al bienestar común le viene bien si el Estado, como responsable y regulador de las políticas públicas, no interviene inteligentemente para motivar las acciones que, en definitiva, convienen particularmente, ya que la máxima social dice que lo que conviene a todos, a los individuos también. Ahora bien, necesitamos que los funcionarios al frente de los organismos, tengan la preparación, conciencia y voluntad para impulsar los procesos necesarios que impacten la buena práctica del mercado.
En el artículo anterior dijimos que no estamos viendo la voluntad de hacer las modificaciones que la ley requiere, y que estamos obligados hacer, si queremos evitar los fenómenos que ocurrieron en Puerto Rico en el 2017 con los ciclones Irma y María, o como le está ocurriendo a la Florida, en Estados Unidos, donde cada vez se le hace más difícil a los ciudadanos lograr cobertura para sus inversiones y en donde ambos eventos obligan al Estado intervenir para evitar el colapso del mercado, que no conviene ni a los particulares ni a este.
Los eventos catastróficos son los más preocupantes porque son impredecibles e inevitables, y las acciones del hombre con los procesos productivos empujan al calentamiento global, pues estos fenómenos afectan en gran magnitud a las poblaciones de menores recursos, donde los gobiernos tienen que acudir con grandes recursos, haciendo más necesaria e importante la coexistencia y cooperación entre el mercado asegurador y el Estado, algo de lo que el regulador debe tener plena conciencia.