El presidente Luis Abinader entregó ante el Congreso su tercera rendición de cuentas. Como es lógico, habrá detractores y quienes valoren su presentación como una muestra de un jefe de Estado que está haciendo historia en materia económica y social.
Los que le han apoyado no encontrarán nada que observar, sino todo por alabar. Es la lógica de quienes siguen una idea y de los que no. Igual pasó con los anteriores Presidentes que hemos tenido. Lo cierto es que nuestro país ha demostrado tener una capacidad asombrosa para sobreponerse a situaciones retadoras.
Sólo hay que mirar lo que como país hemos logrado en todo este trayecto de recuperación pospandemia, enfrentando una crisis global de precios que ha afectado hasta las economías más desarrolladas. El hecho de que en medio de esta crisis, que ha impactado el ratio de deuda de todos los países, el país haya alcanzado una calificación de riesgo BB, luego de estar por mucho tiempo en BB-, es un indicativo de la capacidad de respuesta que tiene nuestra economía.
El Presidente, porque así lo dicta la Constitución, está obligado a rendir cuentas de las ejecutorias del año anterior, pues sus realizaciones se logran con dinero público. En este caso, no sé por qué hay quienes han detractado la rendición de cuentas porque el discurso fue largo, como si hubiera algún tiempo fijado por ley para decir lo que hizo en el año anterior.
Supongo que esos que hoy se encuentran que el discurso fue largo, quizá hubieran referido que el Presidente dejó éstos y aquellos temas. No es posible que sea malo si es largo y malo si es corto. Una rendición de cuentas debe incluir toda la información que sea considerable relevante, especialmente cuando la opinión pública pide transparencia y pruebas de realizaciones.
No podemos olvidar que en las dos primeras presentaciones del Presidente ante el Congreso recibió críticas negativas porque sólo habló de anuncios de obras y proyectos, olvidando que los primeros 18 meses de gestión los utilizó para enfrentar la pandemia del covid-19 y en poner orden en la casa, según las mismas afirmaciones de los funcionarios al llegar a sus respectivos cargos.
En principio, es posible, hubo un extremo cuidado en los procesos hasta que se ajustaran los canales burocráticos, lo cual tiene sentido porque esa “rapidez” hizo que algunos funcionarios saltaran de sus cargos en principio y otros, del gobierno pasado, estén hoy ante los tribunales enfrentando acusaciones por corrupción.
En esta tercera rendición de cuentas, si la revisamos desde la A hasta la Z, el contenido fue mayoritariamente económico, lo cual se corresponde con la presión mediática que “le metieron” al gobierno de que ya era hora de presentar estadísticas y realizaciones. Bueno, pues eso fue lo que hizo el presidente Abinader: satisfacer la petición de datos y obras realizadas, algunas iniciadas en gestiones anteriores. En lo particular creo que el discurso cumplió el cometido de informar sobre las realizaciones de su gobierno en el año anterior. Más nada.