Tener hijos es el sueño de toda pareja que forma una tienda aparte. Llegar al matrimonio tiene como meta inmediata formar un hogar, el cual habrá de estar compuesto por padres e hijos.
Por lo general no hay dificultades más allá se las económicas, pero a veces es la naturaleza la que juega en contra. Aquí es cuando se conoce el verdadero poder de resistencia, persistencia y amor propio de muchos. Los hijos son una ilusión que busca convertirse en realidad, por lo general en el mediano plazo una vez se forma familia.
Además de la carga emocional negativa y retadora que significa no estar en capacidad de concebir, en la mayoría de los casos entra en el escenario todo lo relacionado con los gastos asociados a un procedimiento de fertilidad. Intentarlo una vez más presiona las emociones y la economía.
Los datos son elocuentes y deberían llamar la atención de las autoridades correspondientes. Una de cada 10 parejas tiene problemas de infertilidad, estima la Organización Mundial de la Salud (OMS). Las estadísticas indican que el 30% de la causa por la cual esto puede pasar se debe a la infertilidad masculina, otro 30% a la femenina, 20% a causas mixtas y un 20% de origen desconocido. Estos factores son investigados a través de estudios y analíticas realizadas por los galenos. El 70% de las veces, las mujeres acuden solas a consultas, pero el 34% de las causas de infertilidad son por factores masculinos. “La naturaleza es injusta.
Los centros de reproducción asistida permiten congelar óvulos, espermatozoides o embriones, utilizando para su almacenamiento tanques con nitrógeno. Este proceso tiene una inversión de US$850 y un pago trimestral de US$50, siendo una técnica que permite a las mujeres postergar la vida materna.
Con el avance de la medicina, se puede realizar una biopsia preimplantatoria en el embrión durante el quinto día. Este proceso cuesta US$2,500 y detecta futuras enfermedades, alteraciones cromosómicas y el sexo que tendrá la criatura.
Los datos establecen que el problema para muchas parejas está en el costo de los procedimientos, además de la parte emocional. Durante estos procesos, en los que se mantienen vivas las esperanzas de tener hijos, también pasa el tiempo y, con ello, oportunidades de adoptar.
Muchas parejas deciden, quizá en medio de la frustración, ni siquiera adoptar porque hicieron todos los intentos por tener los suyos sin éxito.
Es loable la labor que realiza ProFamilia en este sentido. Sin embargo, el Estado debería impulsar campañas de concienciación y ayuda emocional para estos casos.