Las estrategias de adaptación, mitigación y resiliencia al cambio climático han dejado de ser, en el complejo y desafiante contexto actual, un tema aspiracional o filantrópico para las empresas, convirtiéndose en casi un imperativo.
Hoy, es esencial que las organizaciones tomen acciones contundentes y desarrollen una estrategia concreta, cuantificable y medible, que incluya a distintos equipos de trabajo, actores y responsables.
Entre las acciones que las empresas pueden incluir dentro de sus estrategias de negocio, con el objetivo de mitigar los efectos del cambio climático, están:
Identificar riesgos físicos y de transición
Es necesario que las organizaciones detecten los riesgos asociados al cambio climático que pueden afectarlas directa o indirectamente en términos de continuidad del negocio y operaciones, logística, acceso a suministros y en la cadena de valor, considerando desde la obtención de recursos, insumos y procesamiento, hasta la distribución y la comercialización.
Si estos riesgos no se identifican ni gestionan, los procesos productivos y operativos de las empresas pueden verse impactados de forma negativa, más allá de solo generar afectaciones normativas, regulatorias o de reputación corporativa.
Los KPIs (key performance indicator, por sus siglas en inglés) son una forma de medir tanto los riesgos físicos como los de transición, ofreciendo, a su vez, la trazabilidad necesaria para justificar la continuidad de la gestión de los riesgos y, así, garantizar dentro de lo posible la continuidad del negocio.
Por ejemplo, el cierre de una carretera por inundaciones podría afectar directamente la logística de una organización, impactando el salario y la compensación de los encargados de transporte por la falta de recursos o la capacidad de pago al no poder entregar el producto. Tomando en cuenta este escenario hipotético, es importante que las empresas identifiquen y dimensionen los riesgos directos e indirectos, y definan planes de acción y soluciones alternativas de manera predictiva y no reactiva.
Identificación de los servicios ecosistémicos
Dicha identificación debe darse en cantones, distritos y barrios en los que se desarrollan actividades diarias, como trabajo, educación y esparcimiento.
Es importante, por ejemplo, que las empresas que tengan espacio físico se esfuercen por conservar y mantener las áreas verdes en óptimas condiciones para crear zonas naturales con sentido de pertenencia, bienestar y descanso entre sus colaboradores. El entendimiento y conocimiento físico y cultural de los entornos crean un valor real que se traduce en la protección y conservación de las áreas comunes dentro de una sociedad.
Esta acción es, principalmente, una invitación a sentirse parte de una comunidad, lo que permite a las empresas ser corresponsables en términos ambientales y sociales, creando entornos libres de residuos sólidos, con mantenimiento constante, en los que prolifere la vegetación.
Incorporar a grupos de interés como aliados
Es relevante generar un encadenamiento e involucramiento de actores hacia un bien común a través de acciones, programas e iniciativas enfocadas en el cambio climático y lograr, a su vez, que estos estén alineados al giro de negocio. Este podría ser el caso del desarrollo de un emprendimiento comunal liderado por una empresa en específico para fabricar bolsas reutilizables a partir de desechos industriales. Esta práctica generaría un impacto ambiental y social positivo, a partir de un pequeño negocio.
Además de estas estrategias principales, existen otras acciones de sostenibilidad más concretas, que las empresas pueden poner en marcha, como:
Incentivar la movilización sostenible entre colaboradores
Las organizaciones deben ser empáticas en cuestiones de movilidad, buscando hacer más eficiente el traslado de sus colaboradores hacia los centros de trabajo. Es necesario identificar las necesidades de la interconexión (si es que la hay) y estimular el transporte colaborativo interno, así como la movilidad sostenible, disminuyendo las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) y creando un mayor bienestar entre su talento. Adicionalmente, se puede incentivar el trabajo híbrido, el cual aporta bienestar entre los equipos y genera, al mismo tiempo, un impacto positivo en el ambiente.
Disminución de la huella ambiental
Es importante desarrollar estrategias de comunicación, sensibilización y educación entre los colaboradores en temas como huella ambiental e hídrica, consumo a partir de fuentes responsables y elección de compras sostenibles. En ese sentido, se debe considerar, además, el desarrollo de guías y planes para disminuir viajes, giras y traslados innecesarios.
Convertirse en una empresa ASG
Se espera que, para el siglo XXI, el ecosistema empresarial se transforme hacia organizaciones que integren sus temas ambientales, sociales y de gobernanza (ASG) de una manera transversal, transformándose en empresas ASG.
Este tipo de organizaciones se caracteriza por realizar una eficiente gestión de sus temas no financieros –incluyendo aspectos ambientales (A), sociales (S) y de gobernanza (G) –, indistintamente del giro de negocio o del tipo de industria, ya sea micro a grande.
Las empresas ASG mapean, miden, gestionan, verifican y comunican todos los aspectos no financieros alineados al tipo de sector o industria bajo el que se rigen. Son compañías que desarrollan programas de responsabilidad social que van más allá de iniciativas filantrópicas o sostenibles, pues están conscientes de que si no gestionan sus temas ASG, pueden verse afectadas desde varios frentes, como: temas de reputación, continuidad del negocio, cese de operaciones, licencia social para operar o greenwashing (práctica de mercadotecnia destinada a crear una imagen ilusoria de responsabilidad ecológica).
Las acciones para mitigar y adaptar el cambio climático alineadas a una transición económica sostenible es un “ganar-ganar” para todos. Se estima que la transición hacia la sostenibilidad incrementaría la economía global por US$43 billones para 2070, permitiendo preservar la biodiversidad y supervivencia humana, según el estudio The Turning Point, de Deloitte (2022).