La semana pasada abordamos el tema de la inteligencia artificial (IA) desde una perspectiva conceptual, escudriñando en sus diferentes definiciones, funcionamiento, usos, bondades y riesgos. Pero hay otro enfoque que está vinculado con la industria 4.0, a la que se le llama también industria sin empleos, en donde se supone que desaparecerán miles de puestos de trabajo en todo el mundo, afectando a millares de trabajadores.
Lo primero que hay que establecer es que “la inteligencia artificial (IA) es el motor detrás de la industria 4.0” ya que revoluciona los modelos de gestión y de negocios de las organizaciones. Esto ha implicado una mejora en la optimización de los esquemas productivos, haciendo más eficiente la fabricación “Just in time”, introducción de nuevos productos, cambios en el consumo y, especialmente, evolución del mercado laboral. Y este último punto es el de mayor preocupación, sobre todo por los problemas de desempleo que envolverá.
Para la Organización Internacional del Trabajo (OIT) las “preocupaciones más profundas de la incorporación de nuevas tecnologías provienen de su potencial impacto sobre el mundo del trabajo en general, sobre los sectores productivos afectados y sobre las tareas y ocupaciones concretas”. Así también, para la OIT es evidente que existe una amenaza a la generación de puestos de trabajo a nivel global, constituyendo un modelo industrial de jobless manufacturing.
Para Manyika, Lund et al. (2017), “tareas humanas como la coordinación de logísticas, manejar inventarios, liquidar impuestos, proporcionar servicios, traducir documentos complejos, elaborar informes analíticos legales y diagnosticar enfermedades, pueden dentro de muy pronto transformarse en ocupaciones sin participación humana”.
De su lado, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad, 2017) también muestra inquietudes sobre el impacto de la IA y su par la Industria 4.0. Para este organismo las nuevas tecnologías traerán consecuencias sobre las prácticas y las estructuras existentes de la vida económica, lo que incluye la destrucción de firmas, mercados y empleos, sin una garantía de que los nuevos procesos puedan compensarlas.
En el 2016, se estimaba que para los próximos cinco años se perderían alrededor de siete millones de empleos debido a la cuarta revolución industrial, afectando a mujeres (48%) y hombres (52%). Según el informe auspiciado por el Foro Económico Mundial, denominado El Futuro del trabajo (2020), antes del 2025 se perderán 85 millones de empleos, un duro golpe para la clase trabajadora, pero también un desafío para los jóvenes que van al mercado laboral.
Es obvio que todo esto de la inteligencia artificial y la industria 4.0 está teniendo implicaciones para las personas, empresas, gobiernos e instituciones educativas, por lo que autores como Davies et al (2011) plantean la necesidad de: a) Poner énfasis en el desarrollo de competencias tales como pensamiento crítico, comprensión y capacidades de análisis; b) Integrar la alfabetización de los nuevos medios (de comunicación) en los programas educativos; c) Incluir el aprendizaje en la práctica, que favorece el desarrollo de competencias interpersonales como la colaboración, trabajo en equipo, lectura de claves sociales y respuesta adaptativa, y d) Integrar la capacitación interdisciplinaria que permite a los estudiantes desarrollar competencias y conocimientos.
El reto es grande y, al parecer, no hay vuelta atrás, por lo que será necesario prepararse para un mundo dominado por la inteligencia artificial.