Todos los países buscan el bienestar de sus ciudadanos. Lograrlo depende, entre otras cosas, del crecimiento económico, es decir, de cuánto se expande el producto interno bruto (PIB) como resultado de la combinación de políticas de Estado que impulsen las inversiones pública y privada.
Aquí entra en el escenario la estructura institucional, que no es más que el conjunto de entidades y leyes que garantizan el capital y la participación de todos los agentes en condiciones igualitarias de competencia.
Cuando una economía no genera empleos es porque está estancada. La incertidumbre, como consecuencia de un entorno hostil que sólo genera desconfianza, es sinónimo de inestabilidad. Cuando se pierde la confianza también desparece la posibilidad de crecimiento y bienestar económico.
En América Latina tenemos muchos ejemplos de la importancia que tiene la confianza en la estabilidad económica de un país. En estos momentos, por ejemplo, Argentina es el mejor punto de referencia para entender que una de las variables vitales de un país es la confianza. Esta nación sudamericana atraviesa un proceso de desconfianza que se ha traducido en hiperinflación y devaluación constante de la moneda.
La pérdida de valor del peso argentino es una causa del contexto de desconfianza e incertidumbre que sufre este país. Si una empresa, la que sea, necesita dólares para cumplir con sus compromisos financieros deberá pagar alrededor de 425 pesos por cada dólar y la tasa sube todos los días.
El dólar azul, como le llaman al de referencia, es un reto para los sectores productivos de esa nación. Ya Argentina venía pasando un largo período de inestabilidad en los precios, lo cual también está relacionado con la confianza. En la década de 1980 los argentinos tuvieron que ver una inflación que alcanzó hasta el 764% en mayo de 1989. Fue aquí justo cuando Carlos Saúl Menem estableció, en 1992, el peso en sustitución de la moneda que venía utilizándose, que era el austral. Para que tengamos una idea de la grave crisis de confianza que había, la equivalencia se hizo a razón de 10,000 australes por un peso. Esto quiere decir que se le quitaron cuatro ceros, aprobándose la convertibilidad con el dólar de Estados Unidos.
Si hablamos de República Dominicana, donde hemos tenido estabilidad y crecimiento económico durante muchas décadas, salvo los episodios por algunas crisis circunstanciales, estamos en la obligación de cuidar la confianza como principal activo, pues es una garantía de certidumbre para quienes invierten y generan valor en la economía.
Hay una frase que todos conocemos: “Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde”. Nosotros hemos probado lo que es vivir etapas de incertidumbre en nuestro país. Sin embargo, también han servido como aprendizaje. Lo importante es no caer de nuevo, pues recuperar la confianza resulta ser una tarea muy difícil.