El comunicado publicado por el Fondo Monetario Internacional (FMI) en días pasados, luego de una visita a nuestro país, nos debe producir un sentido de orgullo, pues resalta que a pesar del difícil clima económico mundial, República Dominicana continúa en un sendero de crecimiento. Asimismo, el informe comenta sobre aspectos en los cuales el país ha logrado mantenerse como puntero.
Ahora bien, el comunicado también señala que, ya para el mediano plazo (es decir, al cabo de uno a dos años), que el país debe abocarse a una revisión para lograr una “sostenibilidad fiscal” e “incrementar de forma duradera los ingresos mediante la ampliación de la base impositiva”. Queda claro que el FMI tiene muy presente que la brecha fiscal de nuestro país -más del 2% del producto interno bruto (PIB)- resulta insostenible a largo plazo y nos crea una situación de desventaja en caso de una situación de emergencia o crisis.
La realidad es que la presión fiscal (el porcentaje de la producción nacional destinado al pago de impuestos) ronda 14% del PIB, mientras que el gasto del gobierno supera el 16%, dando lugar a esta brecha. Tanto los montos de la presión fiscal como los gastos del Gobierno son bajos en relación a las necesidades de nuestro país y las experiencias vividas en otros países de la región.
Tiene razón el FMI en que “ampliar la base” es la fórmula que nos llevará al éxito de una reforma fiscal, pues a través de este mecanismo, de que muchos paguen impuestos y no solo pocos, se crea una sostenibilidad a largo plazo. Pero para lograrlo, debemos reducir la informalidad, incentivar a que esta economía sombra aporte de manera directa y transparente a las arcas del Estado. Para eso, debemos simplificar nuestro sistema de cumplimiento tributario.
El sistema fiscal dominicano, basado en un Código Tributario que fue concebido previo a la penetración del Internet en la vida cotidiana, es muy complejo y es caro cumplir con sus mandatos y exigencias. El primer punto de cualquier análisis para crear las condiciones de mejorar el cumplimiento fiscal es hacer más sencillo ese procedimiento, pues en la medida que sea complejo, más personas y negocios se quedarán en la informalidad.
Precisamente lo que debe perseguir la reforma tributaria no es únicamente aumentar los ingresos fiscales -aunque esa sea la meta final, de aumentar la presión fiscal- sino también crear las condiciones para el crecimiento económico y de empleos a través de la racionalización y simplificación del sistema fiscal. De esta forma, sentamos las bases para un crecimiento económico en el país, que, a la vez, en el tiempo, redundará en mayores aportes al fisco, es decir, un círculo virtuoso para la economía nacional.
El llamado del FMI en su comunicado nos debe dejar esperanzados de que los sectores públicos y privados de nuestro país han logrado trabajar de manera mancomunada para mantenernos en buen camino de crecimiento económico. Pero esta realidad de corto plazo no nos debe cegar a mirar un poco más allá, e ir pensando y conversando sobre la reforma fiscal que el FMI nos dice será necesaria, y que de seguro tendremos que adoptar en los próximos 18 meses.