Una copa de vino suele ser el paliativo perfecto para las enfermedades cardíacas, ideal para acompañar una cena romántica, conversaciones largas y miradas resplandecientes. El digestivo, a veces agridulce, procede de una fruta pequeña, de forma ovalada y rica en antioxidantes.
Neiba es considerada como la cuna de las uvas. La demarcación ubicada en la región Sur registra 120 hectáreas destinadas al cultivo a cargo de 140 pequeños productores.
Cada año se producen 7,738 quintales de diferentes variedades como la criolla negra, french colombard, red globe y black magic, cuya planta es importada desde Haití por un costo de US$3 cada una de las plantas, conforme datos del Instituto Nacional de Uva (Inuva).
El futuro vitivinicultor deberá invertir RD$100,000 para preparar el terreno para la vendimia y durante 120 días la fruta logrará su estado de madurez y estará apta para el consumo (criolla) o la industrialización (tempranillo). El productor sigue las fases del cuaje y contrata por RD$800 el día las labores de un jornalero, el cual se encarga de podar, es decir, eliminar las ramificaciones de la cepa durante su crecimiento.
Este proceso evita que el fruto crezca de manera descontrolada. Luego de un reposo de alrededor de 45 días, se inicia el segundo ciclo en las parcelas, lo que permite que durante un año se realicen dos temporadas de cosecha. Los agroproductores venden la libra de uva en la finca por RD$70, pero algunas mujeres de Bahoruco encuentran en la comercialización de la fruta el sustento de sus familiares.
Las féminas poseen únicamente un 15% de las tierras agrícolas a nivel global, indica la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Mercado
Con un préstamo de RD$14,000 para producir 10 tareas de uvas en 1987, el cultivo le cambió la vida al presidente de la Asociación de Productores de Uva de la Región Sur, Edgar Pérez.
Sin embargo, los agroproductores requieren un financiamiento para 1,000 tareas de 45 productores con un valor de RD$60 millones.
“La uva no está considerada dentro del quintil del Banco Central, es un cultivo de lujo, pero nos ha sacado de la pobreza. Una familia con mínimo 10 tareas puede lograr ingresos de RD$200,000”, aseguró. Mientras, el ingeniero agroquímico Alexander Reyes afirmó que la debilidad del mercado es la inexistencia de una política estatal dirigida a la viticultura.
“La uva produce riqueza. Bahoruco se mantiene pobre, porque los incentivos no llegan. Es un tema de Estado, porque la inversión es muy alta y los ingresos son lentos y paulatinos”, aseguró Reyes.
Comentó que en el 2012 recibieron un financiamiento de US$152,000 del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) para convertirlos en agroempresarios. Sin embargo, considera que el Gobierno debe promulgar una política de desarrollo del sector viticultor.
Balanza comercial
Quizás el refrán “el que vino al mundo y no toma vino, a qué vino” tenga lógica en los catadores de la bebida alcohólica procedente de la fermentación del zumo de uva. El valor del mercado vinícola se situó en US$7,600 millones en 2022, pero Statista proyecta un crecimiento de 71% para el 2026, hasta alcanzar US$13,000 millones. República Dominicana no es ajeno al panorama global.
Las estadísticas indican que durante 2016-2022 se exportaron “uvas frescas” por un valor de US$455,901, pero la compra del rubro en el mercado internacional ascendió a US$107.7 millones, según datos del Centro de Exportación e Inversión de República Dominicana (ProDominicana).
En tanto, la venta al mercado internacional de “vino espumoso de uvas frescas” generó US$7,923 divisas, pero las importaciones ascendieron a US$19.4 millones en el 2022.
La exportación de “vino de uvas frescas” contó con US$7.2 millones de ingresos, US$54.8 millones menos que los US$62 millones de la importación. Mientras, su homólogo “vino de uvas frescas y mosto de uva en el que la fermentación se ha impedido” registró una compra de US$3.4 millones, frente a los US$121,381 por ventas al exterior.
La entidad estatal registra que la importación de “mosto de uva” tuvo un valor de US$22,848, seguido del “Vermut y demás vinos de uvas frescas” por US$1.6 millones (US$10,000 por exportación) y “aguardiente de vino o de orujo”, US$12.5 millones, (US$13,953 de ingresos por ventas al exterior).
Ante esta realidad, el encargado de planificación y desarrollo del Inuva, Guillermino Vásquez, sostiene que la producción de vino en el país se realiza en bodegas y de manera artesanal que carecen de la calidad y competitividad que demanda los consumidores.
Para Vásquez, mejorar la calidad de la uva debe ir de la mano con acuerdos públicos y privados. “Las nuevas variedades son importadas y el proceso de compra y venta es complicado por tema de salubridad y los reglamentos rigurosos de ambas naciones para vender y comprar una planta.
Necesitamos un empuje económico del Estado”, explicó. Pero el 70% de su producción es destinada a la venta al Instituto de Estabilización de Precios (Inespre), otros industrializan la uva y la minoría realiza agricultura familiar. Solo en el 2022, el Inuva vendió 70,000 botellas de vino al Estado dominicano.
“Tenemos que poner un mayor empeño en producir uva de mayor calidad. No podemos estar solamente debajo de la sombrilla del Gobierno, sino que debemos ofrecer un vino más competitivo que sea capaz de cautivar otros mercados, entrar a los anaqueles de los supermercados y ser de referencia en los hoteles”, afirmó el director técnico del Inuva Baldemiro Medina.
Para los actores, las autoridades gubernamentales deben crear incentivos que promuevan la producción de la fruta.
El secreto: la calidad
Los ejecutivos afirman a elDinero que el vino de sello criollo es “aceptable”, siendo la variedad de uva tempranillo la de mejor aptitud para el consumo. Además, consideran que el vino es joven, de tres o cuatro meses de fermentación en barrica, acción que limita su competitividad frente al mercado importador.
El cultivo de la uva se ha desvanecido entre sus áridos campos en la región Sur, pero el consumo de etílicos ha seguido la ruta del incremento. Y no es para menos, los vinícolas estiman que los dominicanos descorchan 1,000,000 de botellas anuales.
El mercado del vino presenta cifras de consumo relevantes. Durante enero-marzo del 2023, los comerciantes reportaron 236,558 litros de alcohol puro en vinos vendidos, es decir, que la cantidad comercializada en ese período fue de 1.6 millones de litros, tomando en cuenta que el promedio de alcohol en esa bebida es de un 14%. Lo anterior indica que las arcas estatales recibieron por el impuesto selectivo al consumo (ISC) de vino montos que ascienden a RD$236,558, de acuerdo con las estadísticas de la Dirección General de Impuestos Internos (DGII).
Los vinos de mayor consumo en el país son los que oscilan entre RD$500 y RD$1,200, entre ellos rojos, blancos y rosados. Sin embargo, también se venden los de mayor cotización, que oscilan entre los RD$1,500 y RD$5,000 la botella.
Sentir el latido de la tierra
Hablar de la cultura dominicana es sinónimo de consumo de alcohol etílico. Desde cerveza hasta mamajuana, la industria de las bebidas alcohólicas se convierte en una potencial fuente de emprendimiento. Esto sucedió con Nouel Florián, creador del vino Don Florián.
“En 2021 decidimos aprovechar nuestro potencial vitivinícola y elaborar nuevos vinos y tomamos un préstamo de RD$600,000 para iniciar las operaciones”, expresó.
El emprendedor indicó que comercializa cada tres meses 300 botellas elaboradas de manera artesanal con un precio de RD$400, lo que significa ingresos de RD$120,000.
La educación y los recursos económicos son ejes cruciales para hacer un producto de calidad. “Se necesitan préstamos especiales o blandos. El vitivinicultor es una persona que no tiene tanta fuerza económicamente… Se necesitan préstamos con tasa cero como se lo dan a otros rubros de la agricultura”, sugirió.
Sin embargo, consideró que durante este 2023 tiene la visión de comprar una parcela de 10 tareas. “El costo dependerá del tamaño y la ubicación, pero una tarea cuesta RD$100,000 y para tener las condiciones óptimas y hacer que sea productiva deben ser 10 tareas mínimo, estamos hablando de RD$1 millón”, explicó.
La carta bajo la manga: entre lo dulce y lo embriagante del enoturismo
El 77.5% de los 2,297,165 turistas que llegaron vía aérea a República Dominicana entre enero y marzo del 2023 fue por motivo de ocio y recreación. Esto equivale a 1,781,780 personas, registra el Ministerio de Turismo (Mitur).
Los turistas viajan a la región Sur a conocer el Palmar de Ocoa, refrescarse en el río San Rafael o acampar en Bahía de las Águilas. No obstante, una minoría decide desviarse por la carretera de Vicente Noble, adornada con cultivos de caña y plátanos en un paisaje árido y de temperatura sobre los 31 grados celsius.
Llegar a Neiba es ver a vendedores ambulantes ofreciendo la uva criolla. El automóvil se destine y el copiloto baja el cristal. La vendedora de piel canela, ojos marrones y trenzas que llegan a su cintura se acerca mientras pregunta: “¿Cuánta te doy?” Pero el foráneo sigue las indicaciones del mapa y llega a su destino. Es un viñedo.
El cultivo de la uva no solo es sinónimo de generación de riquezas, sino que funge como parte de los atractivos turísticos de la provincia Bahoruco, convirtiéndose en alternativa del turismo de sol y playa. Los habitantes lo describen como una experiencia dulce y embriagante.
Caminar entre 200 tareas de uva es uno de los objetivos de los turistas que visitan el viñedo de Julio Vásquez que realizó una inversión de RD$70 millones para ser un agroproductor.
En la ruta experimental de unos 20 minutos, los visitantes caminan debajo de las plantas de 20 metros de altura. “Todo comienza con la vendimia de primavera…”, es una frase que repite cada vez que llega un turista a la finca, Vásquez.
Durante la experiencia rural, el visitante disfruta degustando las variedades de uva cultivadas por cada productor y fungen como actores relevantes del proceso de fabricación de los vinos en la bodega Plaza Cacique.
Los hoteles, bares y restaurantes aportaron RD$384,933.9 millones al producto interno bruto (PIB) en el 2022 y el subsector de agricultura unos RD$238,895.2 millones, cifras que evidencian su importancia en la economía dominicana y la apuesta por República Dominicana por incluir la agricultura en la industria de viajes.
Neiba recibe un “turismo de tránsito”, en el cual las agencias de viaje procedentes de San Pedro de Macorís, Altamira en Puerto Plata, Cotuí en Duarte, realizan excursiones hacia el balneario Las Marías. Cástulo Díaz, copropietario de “La casa del vino”, acotó que dos libras de uvas realizan un litro de vino que cuesta entre RD$600 y RD$800. Las variedades de vino en este comercio varían desde RD$400 a RD$1,000.
“Los fines de semana vienen cuatro autobuses de 60 personas, y podemos vender más de RD$30,000 en vino”, indicó Reyes, quien afirmó que los turistas están descubriendo el potencial de Neiba que generará un impacto en las ventas de los productores. Y no es para menos, la industrialización representa un empuje para la manufactura gastronómica, por la variedad de productos que se pueden elaborar a base del rubro agrícola, entre los cuales se puede mencionar mermeladas, jugos, sangrías o dulces.
Para Díaz, la industrialización representa un ingreso económico para cientos de familias que encuentran en este negocio una forma de generar nuevos empleos, con una materia prima de fácil acceso y asequible.
Elaboración
Tomarse una copa de vino durante una cena de negocios, luego del almuerzo o en una fiesta, no solo significa brindar por los buenos momentos, sino impulsar la diversificación del mercado. Solo con recorrer los pasillos de los supermercados, puede parecer que República Dominicana está inundada de marcas vinícolas y los catadores tienen una gran selección para elegir.
Las uvas se colocan en la prensa y luego en la estrujadora para extraer el mosto. En la bodega, el resultado se guarda en barricas de acero inoxidable, se añade levadura y el mosto se convierte en alcohol. Este proceso es conocido como fermentación. Después llega el proceso del embotellado, los empleados etiquetan cada botella y el producto con 14% grado de alcohol es puesto en los anaqueles de los supermercados.
La demanda de agroturismo surge de los consumidores que buscan experiencias auténticas conectadas con la tierra, el lugar y la historia. El mercado global de agroturismo totalizó US$9,000 millones en 2021, registra World Food Travel Association. Además, estima que el valor alcanzará US$19,000 millones en 2027.
Según datos de Research and Markets, el mercado del turismo culinario alcanzó los US$805,900 millones en 2022, De acuerdo con Pérez, el mercado de la uva es un mercado insatisfecho. “Nosotros queremos que venga el flujo turístico, porque también incrementará la demanda, pero existe una demanda insatisfecha”, explicó.
El productor sugiere la creación de un corredor ecoturístico entre las provincias de la región Enriquillo. “Te podría hacer altamente beneficiado porque los turistas pueden venir a los viñedos y será de beneficio a los productores, comercios y restaurantes”, consideró.
Afirma que la región tiene un potencial enoturístico. En la finca de 20 tareas del productor, recibe unas 100 personas cada mes, quienes compran un promedio de tres libras de uva después de conocer el proceso de la vendimia.
Cosecha
Una tarea produce 50 quintales de uva por año. De acuerdo con el director técnico del Instituto Nacional de la Uva (Inuva), Baldemiro Medina, el costo de producción varía según el nivel tecnológico implementado, el sistema de riego y el tamaño de la parcela de cada productor. “Normalmente, los gastos varían entre un 20% y 25% de lo que significa en función de utilidad de ganancias”.