En los últimos años, la inteligencia artificial (IA) ha hecho cambiar muchos aspectos de nuestra vida, incluida la comunicación, tanto en las interacciones cotidianas como en el ámbito empresarial, gracias a los avances en el procesamiento del lenguaje natural, el reconocimiento de voz y la comprensión contextual.
Este artículo analizará, de manera básica, cómo ha cambiado la comunicación con la incorporación de la inteligencia artificial, los problemas y los desafíos asociados, así como los beneficios de esta nueva era de la comunicación.
Los asistentes de voz como Siri, Alexa y Google Assistant han cambiado la forma en que interactuamos con nuestros dispositivos. A través de comandos de voz, estos asistentes basados en IA nos permiten realizar tareas y obtener información, lo que simplifica y agiliza nuestras interacciones diarias.
Muchos creemos que es algo nuevo, pero la verdad es que desde hace años venimos utilizando IA. Por ejemplo, cuando dictamos a nuestros teléfonos para que escriba un mensaje en el WhatsApp si vamos manejando, o le hablamos para que busque a un contacto y haga una llamada usando el sistema de Bluetooth del vehículo son acciones que desde hace tiempo venimos realizando.
¿Y qué decir de los chatbots? Esos programas de inteligencia artificial que interactúan con los usuarios en conversaciones en línea con los que se pueden realizar transacciones, responder preguntas y brindar asistencia sin necesidad de intervención humana.
¿Los ha utilizado? Están disponibles en sitios web, aplicaciones de mensajería y redes sociales para responder a las consultas de los usuarios rápidamente y eficientemente.
Las herramientas de traducción también son parte de la IA. Los algoritmos de aprendizaje automático han permitido traducir textos completos y mantener conversaciones en varios idiomas en tiempo real, lo que ha facilitado la comunicación global y ha derribado las barreras lingüísticas. Ya no hay que estar preocupados al viajar, literalmente.
Sin embargo, la comunicación basada en IA requiere el intercambio de una gran cantidad de información personal. Dado que sus sistemas deben proteger los datos de los usuarios y prevenir el acceso no autorizado, garantizar la privacidad y la seguridad de esta información es un desafío importante.
Y, a pesar de que la IA ha mejorado su comprensión del lenguaje, sigue siendo difícil para ella comprender y responder adecuadamente a las emociones humanas. La empatía y la comprensión emocional son elementos que los sistemas de IA todavía tienen dificultades para comunicarse de manera efectiva. O sea, la máquina no tiene sentimientos.
Aun así, los sistemas impulsados por la inteligencia artificial pueden brindar respuestas precisas y rápidas las 24 horas del día, los 7 días de la semana, todo el año. De ahí que la eficiencia y la accesibilidad sean sus mejores características, ya que los usuarios pueden obtener información o asistencia en cualquier momento sin depender de la disponibilidad de personal humano.
Y no olvidemos su “inteligencia”. La IA puede adaptar la comunicación a las preferencias y necesidades de cada usuario. Los sistemas pueden aprender de las interacciones anteriores y ajustar sus respuestas para que la experiencia sea más relevante y satisfactoria. Puede, también, automatizar tareas repetitivas y rutinarias, lo que libera tiempo y recursos para actividades más complejas. Como resultado, los procesos de comunicación se agilizan y las personas pueden concentrarse en las tareas más importantes.
En conclusión, la incorporación de la inteligencia artificial en la comunicación ha tenido un impacto significativo en la forma en que interactuamos y nos comunicamos. Las ventajas son innegables, a pesar de que presenta desafíos, como la privacidad, el sesgo y la falta de empatía.
Pienso que, en el futuro mediato, la eficiencia, la personalización y la automatización de la comunicación que ofrece la IA seguirán evolucionando y cambiando nuestra forma de interactuar.
Vino para quedarse. ¡Solo falta regularla…y pronto!