República Dominicana tiene como meta climática que, para 2025, las energías renovables contribuyan el 25% de la generación de energía eléctrica y, para el año 2030, haber reducido las emisiones de gases de efecto invernadero del país en un 25%.
Para una de esas metas, resta algo más de un año, y hasta mediados de 2023, el abastecimiento de la demanda en el país dependía en algo más de un 16% de fuentes “limpias”, entre biomasa (1%), eólica (6%), hidráulica (4%), y solar (5%), según datos del Organismo Coordinador del Sistema Eléctrico Nacional Interconectado (OC) y el Sistema Eléctrico Nacional Interconectado (SENI).
Si bien en la última década República Dominicana ha mostrado avances en la capacidad instalada bruta del SINE por tecnología, pasando de 85 megavatios (MW) a 417 MW en la energía generada por el viento. En el caso de las fuentes fotovoltaicas, pasaron de 30 MW en 2015 hasta 405 MW el año pasado. Aún así el desarrollo de ese sector mantiene al país entre los últimos puestos en el Índice de Transición Energética (ETI).
De hecho, citan que, junto al Líbano y Jamaica, el país está entre los destinos con la puntuación más baja, principalmente debido a los desafíos en la diversidad en el “mix energético”, la necesidad de importar energía y pérdidas de electricidad.
Situación local
Ciertamente, una transición de energía limpia no es simplemente una cuestión de reemplazar las centrales eléctricas de carbón con energía solar y eólica. En ese sentido, debe asegurarse que las comunidades que más dependen de las industrias de combustibles fósiles sean compensadas por las pérdidas en sus economías y que otras tengan la oportunidad de aprovechar la luz.
República Dominicana, particularmente, no dispone de reservas probadas de petróleo, carbón o gas. Debido a eso, la generación eléctrica es altamente dependiente de combustibles importados (crudos y procesados). Por ello, la matriz de generación tradicionalmente se ha basado en derivados del petróleo (fuel oil y diésel), con cierta participación de gas, hidroeléctricas y carbón mineral.
En 2022, el 83.87% de generación eléctrica se basó en combustibles fósiles. El restante 16.13% provino de fuentes renovables, de las cuales el 9.55 % fueron no convencionales (solar, eólica y biomasa).
Otros de los factores que toman cuenta el índice es el subsidio, que tal como reseña una nota de este medio, llevado a dólares a la tasa de cambio promedio el 2022, costó US$1,802.7 millones. “Es la mayor cantidad de dinero que ha tenido que desembolsar el Gobierno para contener las pérdidas del sector eléctrico en toda la historia económica de República Dominicana”, se cita.
Originalmente se habría presupuestado para el año pasado una partida de RD$56,162.6 millones, pero en el presupuesto reformulado sometido a mediados del año, el Poder Ejecutivo solicitó incrementarlo a RD$83,109.3 millones, debido a que las empresas Edenorte, Edesur y Edeeste venían incrementando sus pérdidas a sus mayores niveles de la última década. A eso se sumaron los incrementos en los precios de los combustibles de generación, por lo cual, el resultado final fueron RD$99,315.3 millones, según la Dirección General de Presupuesto (Digepres).
Datos del SENI muestran que la generación total en el 2022 ascendió a 20,135.68 gigavatio-hora (GWh), mientras las pérdidas fueron de 322.57 GWh o un 1.60%. La inyección neta en alta tensión al sistema en la hora de demanda máxima del año 2022 fue de 2,890.92 MW, donde 2,834.52 (98.05%) corresponden a retiros totales, mientras que 56.40 MW (1.95%) son las pérdidas de potencia de punta estimadas.
Respecto al “mix energético”, a pesar de que en la región la fuente hidroeléctrica representa un factor de peso en el país, en el 2022 la capacidad fue de 623 MW. Hace más de dos décadas, en 2000, era de 402 MW. En unos 22 años creció en algo más de 50%. En el 2011, la capacidad instalada de las fuentes eólicas era de 33 MW, y para el año pasado, era de 417 MW. La solar, paso de 30 MW en 2016 a 405 MW según los datos más recientes.
América Latina
La región, incluyendo el Caribe, según el informe mostró el avance más lento, con puntajes ETI aumentando un 5% en la última década. Aunque lidera en la dimensión sostenible debido al uso intensivo de energía hidroeléctrica, citan que la inversión en los puntajes de energías renovables disminuyó en un 65% en 10 años.
Latinoamérica, que cuenta con una iniciativa de energías renovables creada en 2019, tiene como objetivo cumplir con el 70% del consumo de energía eléctrica con renovables a 2030. Por otro lado, tal como detalla el informe, la región produce varios minerales necesarios de tecnologías de energía limpia y podría desarrollar su sector minero firmemente establecido para diversificarse en nuevos minerales.
“Deberían enfocarse en aprovechar su ventaja en recursos naturales para impulsar innovación, promoviendo alianzas público privadas para un mejor acceso al crédito, y la introducción de impuestos ambientales reformas para beneficios a largo plazo”, indican.
De hecho, a pesar de los indicadores anteriores, América Latina lidera la lista sobre la dimensión sostenible con Costa Rica, Paraguay y Uruguay, debido al abundante potencial hidroeléctrico. La generación de energía a partir de fuentes renovables rompió récord en Brasil durante el 2022, dado que las centrales hidroeléctricas, eólicas, solares y bioenergéticas fueron responsables del 92% de la electricidad total producida en el país, es decir, el porcentaje más alto de los últimos 10 años.
Datos de Statista indican que, en 2021, Brasil fue el país con la mayor capacidad de producción de energías renovables en América Latina y el Caribe, con una producción de aproximadamente 15,000 megavatios. México ocupó el segundo lugar con 14.89 megavatios. La capacidad instalada total de energía renovable en la región superó los 291.7 gigavatios en 2021.
El gigante sudamericano es el líder regional no solo por tener la mayor capacidad instalada, sino también porque el crecimiento de energías renovables en el país ha superado el 70% en 10 años. Asimismo, 3 de las 5 presas hidroeléctricas con mayor capacidad de generación a nivel mundial se encuentran en territorio brasileño.
República Dominicana, por otro lado, quedó entre los últimos puestos con apenas 1,532 MW, de los cuales 625 MW eran de fuentes hidroeléctricas, 625 MW eran de hidroeléctrica renovable (incluidas las plantas mixtas), 370 MW eólica, 490 MW solar y 47 MW bioenergía. Por debajo de la nación caribeña quedaron países como Nicaragua, tanto en capacidad de energía renovables como en el ETI 2023.
Indicadores
El informe, elaborado por el Foro Económico Mundial, revela que 75 millones de personas que recientemente obtuvieron acceso a la electricidad ya no pueden pagarla, y es probable que 100 millones vuelvan a usar biomasa para cocinar, un método menos saludable y más contaminante para preparar alimentos.
Explican que el aumento de los precios de la energía afectó desproporcionadamente a los hogares más pobres, consumiendo un mayor porcentaje de los ingresos y, potencialmente, cortando su acceso a la energía.
Los subsidios a los combustibles fósiles también son un problema de equidad. Aunque están destinados a proteger a los consumidores de los precios volátiles de la energía, pueden agregar cargas financieras a los Gobiernos que tienen que que elegir entre subsidiar proyectos de combustibles fósiles y otras prioridades. Los subsidios alcanzaron niveles récord de US$1 billón en 2022, después de un período de disminución.