La práctica se ha vuelto normal, pero no es prudente ni favorable en términos de la percepción que busca tener una gestión de gobierno.
Genera mucha incomodidad en la población ver que las autoridades de Obras Públicas y de los ayuntamientos echan asfalto en calles cuyo deterioro es tal, mientras otras zonas y barrios padecen con vías de comunicación inservibles.
Pasa en el Distrito Nacional, la provincia Santo Domingo, Santiago, San Juan, San Francisco de Macorís, Higüey y otras zonas. Las razones no han sido explicadas por las autoridades, pero resulta incómodo pasar por un lugar que recibe asfalto sobre asfalto, mientras otros esperan un chin, sólo un chin de asfalto para caminar sobre una superficie mínimamente acondicionada para el ser humano.
Obras Públicas, o quien sea que debe hacerlo, debería explicar las razones técnicas, económicas y hasta políticas de esta práctica.