El mercado de valores de República Dominicana continúa un vertiginoso crecimiento y desarrollo en los últimos años. A partir de la promulgación de la Ley 19-00 sobre Mercado de Valores en el año 2000, la cual fue materialmente y positivamente modificada en el año 2017, se crearon las bases legales para la creación y desarrollo de este mercado, el cual ha tenido grandes beneficios para nuestro país.
Lo notable en los últimos años ha sido la oferta pública de acciones (OPA) por empresas. El primer caso fue una oferta indirecta (un fideicomiso emitió valores que a su vez representan acciones indirectas en una empresa privada); y más recientemente, un caso de una real OPA, en la cual una empresa industrial dominicana emitió acciones directamente en el mercado.
Nuestro mercado de valores ha sido principalmente de renta fija, es decir, empresas emiten bonos que son deudas que le otorgan al inversionista un derecho de percibir una rentabilidad fija durante la vida del bono.
La OPA es un instrumento muy distinto, ya que en el mismo, el inversionista participa directamente en el capital accionario de la empresa, y el rendimiento que recibe fluctuará en el tiempo, sobre la base del desempeño económico de la sociedad.
Las inversiones en acciones son esenciales para el desarrollo de una economía moderna. Ningún país ha logrado evolucionar de ser una nación de medianos ingresos –como ya lo es el nuestro– a una desarrollada y de altos ingresos, sin contar con un mercado de valores desarrollado y profundo.
La emisión de acciones permite a las empresas capitalizarse con dinero que resulta “barato”, es decir, no tiene un costo financiero, aunque sí diluye los accionistas actuales (ese es el “costo” de este instrumento).
Aunque invertir en acciones puede ser más riesgoso que la compra de bonos, pues el rendimiento y el precio de las acciones fluctúa mucho más que la estabilidad que brindan los bonos, la otra cara de la moneda es que las acciones permiten a los inversionistas participar en la prosperidad a largo plazo de la empresa. Puede ser un ganar-ganar, pues los inversionistas acceden a oportunidades de mercado y las empresas pueden capitalizarse de diversas formas, lo que les permite competir de manera más eficiente.
Otro aspecto muy importante es que la participación de las empresas en el mercado de valores, y particularmente cuando emiten acciones, obliga a que las mismas cumplan normas de gobierno corporativo y contabilidad más rigurosas y exigentes. Esto quiere decir que la calidad misma de la empresa y la forma en que se comporta también se ve mejorada con el tiempo, otro beneficio que ofrece el sistema.
En República Dominicana, nos debemos sentir muy orgullosos del mercado de valores que ha sido creado, con un conjunto de esfuerzos privados y públicos que han tenido efectos muy alentadores. Ahora nos toca como sociedad continuar impulsando este desarrollo, como lo ha venido haciendo la Superintendencia del Mercado de Valores (SIMV) y continuar educando y promoviendo la cultura de emisiones en el empresariado dominicano.