[dropcap]E[/dropcap]l déficit y la deuda pública parecen ser enfermedades comunes de los gobiernos latinoamericanos. Esta afirmación está sustentada en un estudio de la Cepal sobre el Panorama Fiscal de América Latina y el Caribe para 2016.
Según este estudio, el déficit fiscal de la región, como porcentaje del PIB, fue de 3.0% para ese año, en tanto la deuda alcanzó el 34.7%. Pero tanto el déficit fiscal como la deuda pública se constituyen en problemas graves para los gobiernos cuando, por un lado, se dificulta el financiamiento del primero y, por otro lado, cuando el tamaño de la segunda crece y no se puede pagar.
En cualquiera de los casos se generan tensiones en la economía que influyen, indefectiblemente, en el ritmo del crecimiento económico, al tiempo que se tiende a buscar soluciones para cerrar la brecha entre los ingresos y los gastos.
Uno de los remedios al cual se acude con mayor frecuencia es a la reforma fiscal, pues se entiende que un incremento en los impuestos es una vía rápida para aumentar los ingresos tributarios.
En República Dominicana, por ejemplo, las reformas se han convertido casi en un parto común post electoral, justificado siempre en la necesidad que existe de que el nuevo gobierno obtenga los ingresos suficientes para resolver las necesidades de la población, en el marco de las reformas sociales y estructurales pendientes.
En el caso de la reestructuración del gasto público, en el contexto de las reformas fiscales, casi siempre queda como un tema pendiente, pues se sabe que las decisiones en torno a esto son casi siempre más delicadas pues influyen en los empleos de los compañeritos del partido, y también afectan muchos “negocios estructurados” en función del status quo. Esto implica, entonces, que las reformas tienen un sesgo impositivo difícil de modificar.
La población, de su lado, pega el grito al cielo y se irrita cada vez que se plantea una revisión de los impuestos, en tanto los agentes económicos, especialmente los empresarios, empiezan a realizar ajustes en sus costos de producción, como una forma de adelantarse a este evento.
De ahí, que algunos precios de la economía empezarán a subir, alentados por los anuncios con relación al inicio de la discusión para una nueva reforma, ahora también justificada en que la Estrategia Nacional de Desarrollo manda a realizar un pacto fiscal.
Entonces, no debe haber queja, pues es obvio que esto es una crónica de una reforma anunciada.