Los colmados no ofrecen los amplios y cómodos pasillos de los supermercados ni tampoco la comodidad del aire acondicionado. Mucho menos encontrarás la organización que brindan los anaqueles donde aparecen cómodamente colocados los artículos, pero para la población de ingresos bajos representan el lugar perfecto donde encuentran todo.
El colmado ofrece la posibilidad del crédito, del “échamele un poco más” y del trato personalizado del que carecen los supermercados. El servicio a domicilio o “delivery” es también otra de las ventajas que ofrece el colmado del barrio, así como la ventaja de sentarse y jugar una mano de dominó siempre acompañada de un trago de la bebida preferida.
El colmado de Librado Rojas García es una fotografía fiel de lo que estos tipos de negocios representan en cualquier barrio o localidad de República Dominicana. Detrás del mostrador percibe el estado de ánimo de toda su clientela y se da cuenta cuando la economía anda bien o cojea en cualquiera de sus patas.
Como todo comerciante organizado pasa balance o inventario todos los meses. Antes de trabajar en colmados era un agricultor en un campo de Moca donde conseguía la comida de sus hijos, aunque con muy escasas posibilidades de incrementar sus ingresos debido a que eran pocas tierras las que estaba cultivando.
De manera generalizada afirma que le ha ido regular con el negocio. Afirma que los altos precios se han vuelto enemigos del negocio, ya que a cada momento debe aplicar a sus clientes las alzas que recibe del almacén donde se suple.
Aunque afirma que hay serias dificultades con este tipo de negocios, entiende que puede ser un gran medio de subsistencia a pesar de la gran competencia que son los supermercados y las grandes cadenas que pueden ofrecer mejores precios.
“Digo que un colmado es como un supermercado para los pobres porque está en sectores populares y donde la gente del pueblo va a comprar y donde la despachan cualquier cosa a crédito. Aquí la gente encuentra todo lo básico y a veces es sin dinero, con la promesa de que te pagará después”, explica.
En medio del trajinar del día, entre clientes que llegan rápido a buscar un simple cigarrillo o media libra de azúcar crema, afirma que los colmados son como los grandes centros comerciales para los ricos, sólo que en este caso son pobres. La ventaja que tienen los colmados frente a los demás comercios grandes es que tienen un público cautivo, que generalmente es pobre y trabaja hoy para comer mañana. A esa gente, explica, es que va dirigido este tipo de negocios.
Rojas García explica que aunque no es a todo el mundo que se le puede fiar, hay gente que te compran todos los días y hay veces que no tienen para comer y te piden que le despache hasta mañana. “En estos casos no podemos decirle que no. Aunque no es a todo el mundo que se le puede dar esta facilidad. Hay mala pagas también”, señala.
Cuando se refiere a los artículos que generalmente sus clientes cogen a crédito señala el arroz, salami, azúcar, pan, refrescos, huevos, víveres, verduras, carne de pollo, queso, vela, fósforos y otros artículos de consumo básico. Dice que nunca ha fiado una botella de ron o cerveza y afirma que nadie ha ido a pedirla a crédito, porque sabe que él no vende eso a crédito. Afirma que está conforme con sus clientes porque hasta ahora le han quedado bien.
Los altos costos que deben asumir los colmados y este tipo de micronegocios, según explica, es una de las dificultades más serias que deben afrontar. Entiende que debería haber una alternativa para apoyar directamente a los pequeños comerciantes porque son los que generalmente mantienen la microeconomía. No tiene números exactos de la cantidad de clientes que atiende en el día, pero asegura que pasan de miles, ya que hay personas que van más de dos veces por día.
Cree que el colmado ha demostrado ser un medio exitoso para vivir cómodamente siempre que el dueño sepa administrar y afrontar los retos que día a día se presentan con los altos costos operativos. “Hay gente que lamentablemente no sabe administrarse, que es corrupto, que no sabe invertir y que el dinero le llega a la mano y por se le va de una vez. Hay que saberse administrar en estos tipos de negocios, ya que son pequeños y con cualquier cosa pueden caerse”, entiende Rojas García.
Las mejores fechas para las ventas de los colmados son las festividades de Navidad y Año Nuevo, ya que la llegada del salario 13 a los trabajadores permite saldar deuda y comprar algunas cosas que en tiempos regulares no pueden hacer. Explica que los colmados, como los principales centros de abasto de los pobres, se pasan todo el año fiando y vendiendo de todo a las personas, por lo que cuando llega la época navideña los clientes se acuerdan que tienen alguna deuda pendiente y saldan.
“Es aquí donde uno recupera algo de lo que no pudo en el resto del año. Los clientes saben que uno siempre estará aquí y que ellos siempre nos van a necesitar y así nosotros a ellos. Tenemos que convivir”, sostuvo.
Una de las experiencias más comunes en los colmados son los famosos “pleitos” de las amas de casa con los dueños o con quienes atienden los negocios. Por lo general son generados porque sienten que el colmadero le dio de menos o porque los precios están muy altos sin razón. A veces, según explica, tienen que ver porque le vendieron algo diferente o de baja calidad, como sucede con la carne de pollo. A veces la ama de casa pide una parte específica del pollo y le llega otra, lo que provoca incomodidad. Sin embargo, la mayoría de estas situaciones terminan entre risas y relajos.
Rojas García explica que hay artículos que se venden en el colmado para evitar que los clientes se vayan a otro lugar, ya que por lo general dejan pérdidas. Lo que se hace, señala, es que lo que se pierde en algo se recupera en otro y así se tiene el cliente conforme.