[dropcap]E[/dropcap]l comercio bilateral entre Haití y República Dominicana tiene características muy peculiares. Una amplia y descuidada frontera posibilita una alta informalidad en el intercambio comercial entre los dos países, lo que se potencializa con una migración indiscriminada desde el vecino país hacia los diferentes pueblos de nuestra media isla.
Se estima que solo en el punto fronterizo de Dajabón, el comercio informal asciende a 159.35 millones de dólares, con un claro beneficio para República Dominicana en términos del balance.
Este comercio informal, a su vez, alienta el cobro ilegal de tributos, anima el establecimiento de reglas de juego adversas a las transacciones de bienes, en tanto que fomenta la evasión de impuestos a las aduanas de ambos países.
Pero no todo es malo en las relaciones comerciales con Haití; también existe un comercio formal que paga impuestos, que obedece a los protocolos establecidos, genera empleos y se benefician empresas y consumidores. Las diferencias de tamaño de las economías haitiana y dominicana, hace que los mayores beneficios del intercambio formal sean para República Dominicana.
El PIB de Haití apenas crece, mientras que la tasa de crecimiento de nuestro PIB se coloca por encima del promedio de los países de América Latina y el Caribe.
Esto implica que la estructura productiva del vecino país no produce lo suficiente para animar el progreso económico y social, lo que se constituye en un promotor de las exportaciones dominicanas, sobre todo de bienes de consumo masivo cuyos precios están en correspondencia con el bajo poder adquisitivo de la población haitiana.
Así, se da el caso que le vendemos a Haití cerca de 25 millones de unidades de huevos cada mes, al tiempo que le enviamos harina de maíz, habichuelas negras, jabón, pollo, entre otros rubros, fundamentalmente de origen agrícola.
Pero existen temas fundamentales que imposibilitan un funcionamiento adecuado del comercio bilateral entre Haití y República Dominicana, los cuales van desde la regulación, los aranceles, el proceso migratorio y el factor actitudinal de las autoridades haitianas vinculadas al comercio exterior.
No se sabe cuáles de todos estos temas son más sensitivos e influyen de manera determinante en las relaciones comerciales; lo que sí se sabe es que ambos países están obligados a entenderse y a buscar vías de solución a sus diferentes problemas.
En este caso, está ayudando el Observatorio Binacional para Migración, Medio ambiente, Educación y Comercio, iniciativa que se debe aplaudir y apoyar militantemente.