Hacer lo correcto no siempre es lo que la gente entiende que le conviene, especialmente cuando carecemos de un régimen de consecuencias que actúe con rigidez, rapidez y justicia. El peor caso es el tránsito, un buen ejemplo de cómo nos enfermamos cada vez más con el caos y el desorden vehicular, donde los más audaces y desconsiderados violan todas las reglas en busca de un beneficio personal, llegando más rápido a su destino a expensas de aquellos que aún cumplimos con las leyes y normas de comportamiento que benefician al bienestar de la mayoría.
Benito Juárez decía que la paz es el respeto a los derechos de los demás, una afirmación de gran sabiduría que cobra más fuerza a medida que aumentamos en número, responsabilidades y acciones que se entrelazan en nuestro entorno. La conducta indebida de alguien afecta cada vez a un mayor número de personas que interactúan en el mismo espacio, aplicando así la ley de la tragedia de los comunes. Es decir, si obtengo beneficios destruyendo un bien común o violando una norma de derecho compartido, también sufriré las consecuencias de mis acciones en el futuro.
Algunos se beneficiaron enormemente de la destrucción de los recursos naturales sin considerar sus efectos negativos. Ante las demandas de una población en constante crecimiento, nos encontramos ahora con una situación que debemos abordar con conciencia y determinación para evitar daños mayores que lamentaremos, como las frecuentes inundaciones y otros problemas.
En el sector asegurador, tenemos muchas tareas pendientes. No somos conscientes de la importancia de nuestra participación en las acciones necesarias para abordar de manera responsable los problemas que debilitan nuestra realidad. Con el tiempo, tendremos menos reaseguradores e inversionistas dispuestos a asumir nuestra realidad, nuestros vicios y debilidades. Es hora de tomar acciones que solo podremos solucionar juntos para evitar consecuencias fatales.
El mercado necesita fortalecerse internamente en sus estructuras, procesos y acciones, implementando gobiernos corporativos sólidos y adoptando reglas y procesos que lo hagan más fuerte, viable y transparente para ganar la confianza de los mercados y los clientes. A medida que los asegurados tengan que pagar primas más altas, serán más exigentes con sus aseguradoras, y los reaseguradores también exigirán un mejor comportamiento y transparencia en sus reportes y acciones para tener confianza en sus asegurados.
Contamos con numerosas alternativas para actuar de manera conjunta y es crucial comenzar a asumirlas. Tenemos un gran mercado al que aún no hemos llegado, ni siquiera hemos intentado buscar los medios y productos para despertar su interés en los seguros, que son cada vez más necesarios. Necesitamos modificar nuestras leyes y contar con autoridades comprometidas con el buen manejo y equilibrio que demandan los mercados. Esto debe ser asumido con objetividad y valentía.