[dropcap]E[/dropcap]l Día del Padre no es tan “sazonado” como el que se dedica a las madres. Se nota hasta en la cantidad de publicidad para este día. A José Ramón le dio porque sus hijos le compraran una guitarra.
Solía tocar este instrumento musical cuando era joven. Sus hijos aprovecharon la cercanía del Día de los Padres para complacer el deseo de su progenitor. Se dirigieron a Carrefour donde por referencias sabían que allí estaba la guitarra que tanto deseaba su padre.
Los cuatro hermanos se pusieron de acuerdo para adquirirla. Otra razón poderosa para comprar el instrumento es que hacía más de 25 años que no le ponía la mano a uno de estos.
La razón es desconocida, pero parece que debía dejar de tocar guitarra y buscarse un medio de vida que le diera lo suficiente para mantener a su familia. Sin embargo, su vocación y amor por la música siempre estuvieron presentes.
La emoción de ver a José Ramón tocar de nuevo era indescriptible. Una vez llegaron al centro comercial, uno de los más modernos del país, se dirigieron al área donde estaban los instrumentos musicales. Allí se veían tres guitarras.
Cerca de las 7:40 p.m. se posan frente al instrumento a ver si aparece uno de los vendedores. Pasa el tiempo y miran a todos los lados para hacerle una señal a alguien que parezca vendedor.
Nadie aparece. Sólo un miembro de la seguridad del establecimiento se apareció por el lugar, pero sin acercarse.
Se quedó observando y los cuatro hermanos esperando que apareciera un vendedor. Luego de aproximadamente 15 ó 20 minutos esperando que alguien los atienda deciden tocar la guitarra para llamar la atención.
Pero nadie aparece todavía. Sólo el joven de la seguridad, con radio en manos, se ve muy atento. Ningún vendedor o encargado del área se asoma.
Los cuatro hermanos continúan tocando la guitarra para hacerse notar y lograr que alguien aparezca. Pasa el tiempo y la guitarra sigue sonando, el de seguridad sigue mirando, pero nadie aparece.
Luego de un momento el vigilante, que era el único que estaba atento, llamó la atención y en tono agrio hacia los cuatro hermanos les dijo que no se permite tocar nada. Lo hizo en el tono característico de quien se cree con la autoridad para dar órdenes.
Los hermanos se quedan sorprendidos por la actitud del guardián y es cuando se dirigen al área de información a reportar que habían sido irrespetados por uno de los empleados de la tienda, que en vez de acercarse y preguntar en qué le podía ser útil, decidió abochornarlos. Todavía no aparecía un vendedor.
En el área de información llaman a quien al parecer debía recibir la queja, pero tampoco apareció sino hasta después de 15 ó 20 minutos luego de que fue llamado en varias ocasiones por la persona que está en caja central, información y otro vigilante.
Luego apareció Chany Alcántara con aspecto de bien educado. Fue respetuoso y después de tener referencia de lo que sucedía pidió disculpas y prometió hacer un reporte de la situación.
La emoción de los hermanos de ver a su padre tocar guitarra de nuevo se desvaneció. Se apoderó un amargo sabor que deja un pésimo servicio al cliente, aunque sin dejar de reconocer la excelencia de Carrefour.
Todavía los hermanos no han podido comprar la guitarra. Falta por averiguar si los empleados conocen la Ley de Protección de los Derechos del Consumidor y Usuario (358-05).