[dropcap]L[/dropcap]a arbitrariedad y temeridad con que maneja la mayoría de los conductores de patanas, camiones y demás vehículos pesados por nuestras calles ya es conocida. El respeto por la vida no está en la agenda de los imprudentes, algunas veces con saldos lamentables.
Pero hay algo que afecta a todos. No importa la velocidad ni el carril. Tampoco no tiene que ver con los niveles de imprudencia en las autopistas. Y lo peor: pasa a la vista de las autoridades de tránsito y de todo aquel que debe hacer algo.
Resulta indignante, más que preocupante, las nubes de humo que despiden muchos de estos camiones y patanas, sin que al parecer importe. Es una muestra muy clara de que no hay una política real de revisión de las condiciones en que está el parque vehicular dominicano. Además, se deja constancia de que poco importa la protección al medio ambiente.
Lo mismo sucede con muchas de las “guaguas voladoras” que, además de anafes andantes, contaminan sin que dé frío o calor a los responsables.