Pagar, y más cuando se trata de una deuda vieja, da una sensación de alivio indescriptible. El Banco Central (BC) anunció el mes pasado que pagó US$324.1 millones de la deuda conocida como bonos Brady, equivalentes al 98.6% del total de la emisión de bonos de descuento, que ascendía a US$328.6 millones.
Uno de los efectos inmediatos de esta operación es la reducción de la deuda en moneda extranjera del BC sin comprometer sus reservas internacionales, lo cual repercute en una disminución de aproximadamente 0.5% del PIB de la deuda externa del sector público consolidado.
Este mecanismo de financiamiento fue creado en los años 80 por Nicholas Brady, entonces secretario del Tesoro de Estados Unidos, en cuyo honor llevan ese nombre. Fueron emitidos para ayudar a resolver la crisis de deuda de los países en vías de desarrollo.
México fue el primero en América Latina en firmar un acuerdo Brady, que sirvió de referencia a los demás en la región. Por lo menos otros 16 países entraron al plan emergente.
Con la decisión de saldar esta deuda, recomprándola con descuento, República Dominicana les siguió el paso a otros países que habían hecho lo propio desde finales de 2003, como Costa Rica, que pagó US$156 millones. Hace poco más de una década (2006) que Brasil recompró US$15,000 millones y lo mismo hicieron México (US$5,400 millones), Venezuela (US$4,600 millones) y Colombia (US$4,300 millones).
El Banco Mundial, en un informe publicado en 2007, a propósito del saldo que hicieron las principales economías, señaló que estos bonos habían sido casi completamente retirados de la región, pues el saldo había quedado por debajo de US$6,000 millones.
Experiencia dominicana
En el caso dominicano, esta negociación generó ingresos extraordinarios por recompra a descuento, revalorización de activos y reducción en el pago de los intereses, por un monto neto de US$79.7 millones durante 2017. Las autoridades estiman ahorros en el pago de los intereses por US$65.4 millones a valor presente hacia 2024, fecha en que estaba previsto su vencimiento.
El efecto total derivado de esta operación contribuirá a reducir el déficit cuasi fiscal del Banco Central. En 1993, el país acudió a un plan financiero que incluyó la reestructuración de la deuda pública externa, en el cual el BC actuó en representación del Estado dominicano y de otros deudores del sector público.
En aquella ocasión, se logró la reducción de 58.4% de la deuda con la banca privada internacional, la cual alcanzaba US$1,251 millones, incluyendo capital e intereses vencidos, disminuyendo la deuda a US$519.9 millones.
Del monto renegociado en 1993, la deuda fue documentada a través de dos emisiones: una emisión para el pago de intereses vencidos, conocidos como bonos PDI, a un plazo de 15 años por US$191.3 millones, los cuales fueron pagados en su totalidad en el año 2009; y la emisión de bonos de descuentos por US$328.5 millones para el pago del principal, al plazo de 30 años, con vencimiento en 2024.
Como colateral a esa deuda, el BC tuvo que constituir la garantía para el pago del principal con la adquisición en 1994 de un bono del Tesoro a 30 años con un precio de compra de US$38.8 millones y un depósito en una cuenta especial en la Reserva Federal de US$14.8 millones para garantizar el pago de una proporción de los intereses.
¿Cómo surgen los bonos Brady?
Un informe de 2014 de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), titulado “La crisis latinoamericana de la deuda desde la perspectiva histórica”, explica en qué consistieron los bonos Brady y por qué fueron necesarios.
Explica que los bonos Brady eran obligaciones gubernamentales emitidas por un país deudor tras negociar con sus bancos acreedores la reestructuración de préstamos en moratoria. Los bancos acreedores cambiaron los préstamos bancarios sindicados improductivos por varios bonos Brady ofrecidos por el gobierno deudor.
Al final de las negociaciones, los bancos acreedores tuvieron la posibilidad de elegir entre varias estructuras de bonos Brady. Una vez emitidos, los bonos comenzaron a negociarse en el mercado secundario.
En 1996 ya eran diez los países de América Latina y el Caribe que habían implementado canjes al estilo Brady. Con el tiempo, los mecanismos se hicieron más complejos y ofrecieron un abanico más amplio de posibilidades para reducir la deuda y su servicio. A cambio de sus empréstitos, los prestamistas recibieron bonos con condiciones fijadas según una serie de opciones, desarrolladas cuidadosamente caso por caso.