Esta semana han vuelto a llover informaciones positivas sobre las perspectivas económicas de República Dominicana. Si todo sale como va, según el Fondo Monetario Internacional (FMI), el producto interno bruto (PIB) crecerá 4.8% al finalizar este año, mientras que en 2018 el crecimiento estimado se ubica en 5.8%.
En materia de crecimiento económico y estabilidad de precios la economía dominicana ha sabido dar cátedras a sus pares de la región. Si bien hubo una ralentización durante el primer semestre, producto de la caída en la inversión de capital de parte del Gobierno, la recuperación para el segundo ciclo del año será mejor de lo esperado, aunque no se logrará el 5% estimado. De todos modos, crecer por encima de 4% es muy positivo si se toma en cuenta que el país está estable en los demás indicadores macroeconómicos.
Sin embargo, este crecimiento experimentado en los últimos años no se ha reflejado en una mejora en la calidad de vida de la mayoría de los dominicanos. ¿Cómo se explica que haya más de 900,000 familias recibiendo subsidios públicos a través de los diferentes mecanismos, que representa un crecimiento superior al 1,700% respecto a 2012? Hay que revisar la forma en que estamos invirtiendo o distribuyendo las riquezas que genera el país.
Aunque parezca muy simple y obvio, la pobreza sólo se elimina generando riquezas. El reto es saber cómo, cuándo y con cuáles recursos. República Dominicana tiene un potencial infinito para ser una economía no sólo fuerte en términos macroeconómicos, como de hecho lo es, sino que puede ser un referente en calidad de vida. Los niveles de inseguridad ciudadana, de alguna forma, también se relacionan con la inequidad.
El FMI destaca que los porcentajes de crecimiento económico del país se hallan entre los más altos de toda América, equiparados sólo con los de Panamá que, de acuerdo con la entidad financiera serán de 5.3% este año y 5.6% el próximo. La información está disponible en el cuadro estadístico publicado en la página del Fondo en la nota “América Latina y el Caribe: Continúa la recuperación gradual pero el crecimiento de largo plazo es débil”.
La información de la entidad refiere que tras registrar un crecimiento decepcionante en los últimos años, la actividad económica en América Latina sigue apuntando hacia una recuperación gradual en 2017-2018, conforme la economía mundial cobra fuerza y las recesiones en unos cuantos países, en particular Argentina y Brasil, llegan a su fin.
Las previsiones de crecimiento para la región son de 1.2% en 2017 (0.1 puntos porcentuales más que lo proyectado en abril) y 1.9% en 2018 (0.1 puntos porcentuales menos que la proyección de abril), según la más reciente actualización de las perspectivas económicas regionales presentada por el FMI.
Venezuela, no obstante, continúa sumida en una absoluta crisis económica, humanitaria y política sin solución a la vista, y se prevé que durante el período 2014-17 su PIB real caiga un 35%.
Pese a la recuperación que está en curso, las perspectivas de un crecimiento vigoroso a largo plazo en América Latina y el Caribe hoy parecen menos probables que hace unos años. La baja productividad continúa siendo un lastre para el crecimiento en general, y la inversión permanece en niveles inferiores a los observados antes de la crisis.
Ante este panorama, en el que República Dominicana está con mejor perspectiva, lo justo es lograr que el bienestar llegue a todos sin distinción. Una mejoría en la capacidad de consumo se traduce en mejor calidad de vida y en más ingresos para el Estado.