Las smart cities (ciudades inteligentes) pueden ser aprovechadas para impulsar el desarrollo económico y tienen un potencial de crecimiento enorme. En el mundo de los negocios estas urbes funcionan gracias a las inversiones que se generan al implementar la tecnología que atrae inversión de empresas que, a su vez, desarrollan centros de innovación y crean fuentes de empleos.
El concejal del Ayuntamiento de Santander Alfonso Tomé trabaja en el desarrollo de políticas de innovación y en la implementación de proyectos de ciudades inteligentes.
El edil, que participó en el congreso Mercadexpo2017, que realiza la Universidad Iberoamericana (Unibe), sostiene que la comunicación y el marketing son factores que destacan en las ciudades inteligentes.
“Cuando un canal de televisión externo hace un reportaje sobre tecnología y ciudad inteligente puede generar un turismo por curiosidad, iniciativas de grandes corporaciones tecnológicas para realizar conferencias y congresos. Hay un ecosistema económico muy fuerte, por lo que puede generar las ciudades inteligentes”, sostiene.
Con relación a la implantación de este concepto en Santo Domingo, sobre todo para potenciar Zona Colonial, Tomé entiende que una de las primeras necesidades que hay que cubrir es el de la seguridad, para disminuir los niveles de delincuencia y también aumentar la limpieza.
“Lo básico es detectar la necesidad en este caso para fomentar el turismo. Solucionar esos dos puntos y luego ir creciendo”, afirma.
Desde hace cuatro años la IESE Business School, de la Universidad de Navarra realiza el ranking Cities in Motion, de las ciudades más avanzadas del mundo con un índice de desarrollo sostenible.
Posicionamiento
En 2016 la ciudad de Santo Domingo fue incluida por primera vez en este ranking, alcanzado el puesto 145 de las 148 ciudades que participaron, solo por encima de Harbin, en China; Caracas, en Venezuela, y Calcuta, en la India.
En este año el ranking aumentó alcanzando las 180 “más inteligentes”. En esta ocasión Santo Domingo ocupa el puesto 169, con indicadores económicos que ubican a la ciudad en el lugar 141, en el capital humano en el 172 y en la cohesión social en el 171.
Con relación a medio ambiente, el ranking ubica la capital en lugar 132, en gestión pública en el 89, en gobernanza en el 169, en planificación urbana en el 135, en la proyección internacional en el 163, en tecnología en el puesto 177, y en movilidad y transporte en el 152.
Según el informe “América Latina ante el reto de las Smart Cities”, publicado por la firma Llorente & Cuenca, esta región concentra la mayor tasa de urbanización del planeta y la tendencia estimada por Naciones Unidas indica que, en 2050, el 90% de su población habitará en megaciudades.
El estudio explica que la tecnología no otorga la solución a todos los retos que afectan a las ciudades, debido a que la propagación del concepto de smart cities lleva a pensar que estos se pueden solucionar mediante esos sistemas.
Sin embargo, existen soluciones tecnológicas efectivas para eliminar la pobreza, reducir la desigualdad, controlar la contaminación y racionalizar la movilidad pero los problemas permanecen.
La tecnología debe contribuir a solucionar los retos básicos y recurrentes en la región y, además, los específicos de cada territorio, porque las ciudades precisan tener su propia personalidad.
La iniciativa de la consultoria Logitek y Wonderware Spain: Creating Smart Cities, sostiene que las ciudades inteligentes aprovechan todo el potencial de los avances tecnológicos para ahorrar costes siendo más eficientes, proveer nuevos servicios económicos y sociales, reducir su huella ambiental, estimular la innovación local y avanzar hacia nuevas formas de gobierno en la Smart Cities.
Mientras que Llorente & Cuenca sostiene que “la ciudad, entendida como un proyecto de convivencia en un territorio, es inteligente cuando las condiciones de vida de sus ciudadanos son óptimas”.
Indica que el establecimiento en América Latina de una conversación profunda sobre gestión municipal debería redundar en un perfeccionamiento de la provisión de servicios públicos y una mejora de la convivencia para tener oportunidades en las ciudades inteligentes.
Las smart cities se han convertido en objeto de análisis en congresos empresariales, con un creciente número de artículos científicos y encuentros de gestores municipales y la aparición de rankings de ciudades ha acarreado que hasta los alcaldes se sientan obligados a competir por llevar a sus demarcaciones a la cima de las urbes “inteligentes” y no caer en el hoyo de “las ciudades tontas”.
Clasificación
Según el informe América Latina Ante el Reto de las Smart Cities, publicado por la firma Llorente & Cuenca, dentro del campo de estudio de las smart cities se trabajan los conceptos calidad de vida, resiliencia, decrecimiento e incluso felicidad.
La ciudad inteligente se clasifica en seis categorías: Gobierno, medio ambiente, economía, movilidad, ciudadanos y modo de vida inteligente. Latinoamérica presenta espacio de mejora en todas ellas y también tiene modelos en los que otras regiones del planeta deben fijarse, afirma el estudio.
La colaboración entre los distintos actores del ecosistema hará que las ciudades avancen más rápido en el reto de ser smart, entendida la palabra como aquello que la convierta en auténtica.
Para los individuos, la ciudad es el principal espacio de interacción social legalmente constituido, de su buen funcionamiento dependen la mayoría de factores que condicionan su calidad de vida.