El martes 1 de mayo de 2018 quedará marcado eternamente como la fecha en que República Dominicana le dio la espalda a Taiwán y abrazó la República Popular China.
La decisión de romper las relaciones diplomáticas con Taiwán, sin embargo, tiene un sabor agridulce. Ya sea por las razones que fueran, los taiwaneses han hecho un gran aporte al desarrollo de importantes sectores de la economía dominicana. La agricultura, por ejemplo, es una muestra fehaciente.
En materia diplomática y económica, sin embargo, el pragmatismo tiene más poder que los sentimientos. Se trata de tomar decisiones sobre la base de lo que conviene y no sobre lo que preferiríamos que fuera. En el fondo, esto se puede afirmar sin quizá, que hay muchos dominicanos, por no decir la mayoría, que apuestan a un Taiwán independiente. Esta nación, que China considera una provincia, ha demostrado que tiene una capacidad incuestionable de sobreponerse ante cualquier eventualidad.
Pero hoy la guerra no es bélica. La economía y el poder del dinero tienen mayor influencia que la fuerza. China Popular, luego de 1971, comenzó a ganar la batalla diplomática por dos razones: su posición estratégica en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y por su influencia en la economía mundial.
Con la pérdida paulatina de apoyo diplomático que viene sufriendo Taiwán se pudiera afirmar, incluso, que es la otra cara de la Guerra Fría, pues hay que decir que todo está en el contexto del juego de las superpotencias económicas, bélicas y estratégicas. Mientras Estados Unidos gana espacio por un lado (o quizá cede), China lo hace en otro frente.
Con el establecimiento de relaciones diplomáticas entre República Dominicana y China sería bueno preguntarse a quién le conviene más. En términos prácticos debemos dejarnos de “bobadas o pendejadas”. Para China nuestro país no es más que un grano de arroz en términos comerciales, pero representa una gran victoria diplomática. ¿Por qué? Porque debilita aun más a Taipéi, que ha intentado mantenerse a flote sobre la base de cooperación técnica y ayuda económica hacia aquellos países que apoyan su causa.
Sin embargo, con lo que los taiwaneses no contaban es que hoy día el dinero tiene poder político y estratégico. Los países como República Dominicana buscan inversionistas que generen empleos y ayuden a mejorar la balanza comercial. Aquí hay que acotar que los industriales dominicanos tendrán que verificar algunas de las estrategias en materia de competitividad, lo que también le compete al Estado, pues los chinos sí que saben ser competitivos.
El retiro del apoyo diplomático de Costa Rica en 2007 y el de Panamá el año pasado fueron dos golpes diplomáticos muy fuertes para Taiwán. Sin embargo, es de suponer que el cambio de República Dominicana hacia China le pega más fuerte, especialmente porque era el apoyo estratégico más significativo frente al mundo. No cabe duda que China ha utilizado su poderío económico para aislar más a Taipéi de la comunidad internacional. Todo indica que otros países seguirán los pasos dominicanos.
El gobierno de Taiwán, que al parecer tenía sospechas muy certeras de lo que sucedería (y que sucedió), había entregado en las últimas semanas ayudas a República Dominicana por valor de US$35 millones, dos helicópteros, 90 camiones militares y 100 motocicletas, con la esperanza de consolidar los lazos.