La drástica caída de la entrada neta de capitales a América Latina y el Caribe (LAC) vuelve a poner de relieve los riesgos a los que se enfrenta la región. Además de los riesgos económicos, los desastres naturales (como los terremotos y los huracanes, entre otros) causan estragos con frecuencia.
Así lo establece el más reciente informe del Banco Mundial “Sobre incertidumbre y cisnes negros. ¿Cómo lidiar con riesgo en América Latina y el Caribe?”, que también destaca que, aunque la precaria situación fiscal de la región mejoró con respecto al año pasado, se pronostica que 29 de los 32 países habrá un balance fiscal total negativo en 2018.
La entidad multilateral señala que el producto interno bruto (PIB) se mantendrá prácticamente igual en comparación con un crecimiento modesto, pero positivo del 0.5% en 2017 y se espera que seguirá a un ritmo cada vez mayor en los próximos años.
Según el Banco Mundial, el fuerte crecimiento en los Estados Unidos, el crecimiento del 6.0% en China, y la recuperación del precio de las materias primas, son factores positivos para el desarrollo de la región.
Para América Central y el Caribe estima que el crecimiento se dará a un buen ritmo, 2.8% y 3.7%, que se verá mermado por la crisis política y económica que sacude a Nicaragua.
Se espera que México crezca un 2.3% en 2018 (comparado con un 2.0% en 2017), una tasa estable, aunque por debajo de la potencial.
Afirma que la crisis macroeconómica que comenzó en abril en Argentina, la desaceleración del crecimiento en Brasil, el continuo deterioro de la situación económica y social en Venezuela, y un entorno externo que recientemente, ha vuelto a empeorar han conspirado contra el escenario de este año e implicarán un crecimiento más bajo en la región, que actualmente se prevé en un 0.6% en 2018 y 1.6% para 2019.
El texto puntualiza que, uno de los nubarrones que se ciernen sobre el horizonte, es la normalización de la política monetaria en Estados Unidos que, al aumentar las tasas de interés, ha contribuido a una reversión de la entrada neta de capitales a la región. Un fortalecimiento del dólar, y una caída de la moneda doméstica en la mayoría de los principales mercados emergentes.
A pesar del crecimiento del 1.6% previsto para la región en el 2019, en cuyo caso el modesto crecimiento del 2018 resultará ser una piedra en el camino. La situación general sigue siendo preocupante, con una considerable incertidumbre política en Brasil, un probable recrudecimiento de la actual recesión en Argentina, dudas sobre la sostenibilidad de algunas reformas claves en México, una renegociación aún inconclusa del NAFTA entre sus tres miembros fundadores, y guerras comerciales que estallan con frecuencia”.
Como consecuencia, la deuda pública, según el Banco Mundial, superó el 60% del PIB de la región en su conjunto, y seis países tienen tasas de endeudamiento superiores al 80%.
Después de una desaceleración de seis años, que incluyó una contracción del 1.0% del PIB en el 2016, LAC creció un 1.1% en el 2017.
Según estos datos América Latina y el Caribe es una región de alto riesgo, la comprensión de los riesgos a los que la región se enfrenta no ha permitido encarar mejor que en el pasado, tanto ex-ante (a través de varios seguros e instrumentos precautorios) como ex-post (con asistencia posterior a los hechos)”