Todas las infracciones de tránsito representan fuentes de ingresos para el Estado. Sin embargo, si nos concentramos en sólo un sector, como es el de los motoristas o motoconchistas, posiblemente habrá razones suficientes (y justificaciones) para aplicarle la ley a todos los demás.
Es de lugar mencionar a los “dueños de la calle”, es decir, a los choferes del transporte público, tales como los que conducen autobuses, minibuses y carritos de concho. Es de todos conocido que en ellos se manifiestan las violaciones e irrespeto a la autoridad y a las leyes que, contarlas, no sería suficiente para lograr que nos crean. Hay que estar ahí para vivirlo en carne propia.
Sin duda, hay una relación intrínseca entre las condiciones del tránsito y los niveles educativos de una sociedad. Sin embargo, hay algo inequívoco: cuando no se aplica la ley, son el desorden, el caos y el irrespeto los que pasan a imponer sus reglas. Cuando la autoridad incumple su obligación, la de aplicar las leyes, falla todo lo que está de ahí para abajo.
¿Qué imagen nos llega a la cabeza cuando pensamos en un motorista en República Dominicana? Con rarísimas excepciones, es la de un tipo (a veces dos y sabemos para qué) sobre una motocicleta a alta velocidad, sin luces delanteras, traseras ni direccionales; sin guardafangos, con neumáticos lisos; que no usa casco protector o lo lleva colgado en los brazos, que anda sin documentos al día (sin matrícula, seguro, ni licencias), que se mete en vía contraria, que no respeta semáforo, pero menos al peatón y así sucesivamente una cadena de infracciones que lo convierten en un peligro en la vía pública.
¡Ay, si se aplicara la ley! Lo primero es que no habría tantos asaltos o atracos en motocicletas, llegaran menos accidentados a los hospitales, lo cual implica un gasto enorme en recursos económicos y humanos para el Estado; se venderían más los cascos protectores, luces, bombillos, guardafangos, mufflers, seguros de ley y de daños a terceros; ingresarían más agentes a la institución que norma el tránsito y, con todo esto, el Estado recibiría más ingresos vía los impuestos (internos y de aduanas) con sólo aplicar la ley.
Entonces, ¿por qué no asumir una actitud responsable y honesta con nosotros mismos? ¿Acaso aplicar la ley correctamente es abuso de autoridad y un ataque a padres de familia que se ganan el pan del día sobre una motocicleta?
Cuando la ley es aplicada correctamente, en cualquier caso, los que piensan violarla se retractan el ver que la autoridad, como administradora de la cosa pública y las leyes, lo hace como lo dicta el librito.