El caos con las bancas de lotería ha explotado. Parece irreversible. La autoridad, como otras áreas del quehacer estatal, se ha perdido. La crisis es tan profunda que una resolución cuya intención era ponerle orden ha logrado todo lo contrario. Es como el búmeran.
Ahora no se sabe quién ordena. Los afectados o agraviados, es decir, los dueños de bancas de lotería, entre ellos mismos instalan nuevos puntos de ventas de números para quedar “legalizados” en este nuevo proceso. Sin embargo, esto ha traído consigo la proliferación absurda e ilógica de nuevos establecimientos de juegos de azar que diezman la rentabilidad del sector.
La resolución 005-2019, emitida por el Ministerio de Hacienda días antes de la 006-2019, parece un chiste o una contracción. Elimina la distancia de 200 metros entre establecimientos mientras esté en vigencia la Ley 61-18 de Presupuesto de 2019. ¿Y qué haremos luego de finalizada la ejecución de esta legislación, es decir, del 2020 en adelante? ¿Otra ley? Si es así, sin querer ser un experto, es bueno decir que sin planificación no se llega a un lugar seguro. Lo que viene será más caos.
Son dos resoluciones contradictorias por donde quiera que se analicen. Desde el punto de vista legal y, por el otro, por lo que todo el mundo espera que sea la policía de un Estado responsable con sus ciudadanos.
La ludopatía, está harto demostrado, perjudica a la mayoría (los que juegan sus esperanzas tras un premio) y los dueños de los juegos, siempre se quedan (en la práctica) con la mayor parte.
Sinceramente y con dolor dejo constancia de que he perdido las esperanzas de ver un país ordenado en lo inmediato y el corto plazo si esto sigue así. El afán recaudador del Gobierno, porque esa es la única razón, no puede (ni debe) estar por encima de la certidumbre.
No sé si aún habrá tiempo para hacer algo, pero quizá el tiempo no sea el único problema.