¿Quiénes son, cuántos son y dónde viven los de clase media? ¿Por qué la clase media es importante para el desarrollo económico y social de un país? ¿Está creciendo o desapareciendo la clase media? ¿Le importa al gobierno la clase media? ¿Influirá la clase media en los resultados de los comicios del 2020? ¿Puede la clase media convertirse en el motor del cambio social en el país? Muchas preguntas y escasas respuestas para un segmento de la población a la que se le endilga un nivel de ingresos que va desde los 10 hasta los 50 dólares diarios, según la definición del Banco Mundial.
Pero la clase media es más que ingresos y mucho más que intelectualidad y sentido de pertenencia, constituyen un intermedio entre la eliminación de la desigualdad y el crecimiento de una clase empoderada que apuesta permanentemente al desarrollo económico y social. Más aun, y según lo planteado por Acemolgu y Zilibotti (1997), y también por Lora y Castellani (2014), “…las clases medias crean un dinamismo emprendedor, necesario para la creación de nuevas empresas, contribuyendo a la generación de oportunidades de empleo y al crecimiento de la productividad” (citados en CAF, 2014).
Según datos obtenidos, la clase media en América Latina y el Caribe ha venido aumentando en los últimos tres lustros, sumando más de 200 millones de individuos, por lo cual se le percibe como un potencial elemento para apalancar el futuro de los países de la región.
Es obvio que la clase media latinoamericana está creciendo, al igual que la dominicana, pero quedan dudas sobre si esta continúa siendo vulnerable frente a políticas públicas que no le son favorables o que no las considera, y frente a un sistema político del que ha rehuido por décadas y del que no se siente compromisario y, muy por el contrario, entiende que no responde a sus necesidades y demandas.
De hecho, existe la percepción de que la clase media representa el queso y el jamón del sándwich social dominicano, pues se encuentra en el medio de una clase baja que recibe subsidio focalizado, y que es el centro de todas las políticas públicas, y una clase alta que es relativamente indiferente a estas políticas, pues pueden arreglar sus problemas vía los precios de los bienes y servicios que producen, o mediante la evasión fiscal.
También, se afirma comúnmente que la clase media es la que paga los impuestos, recibiendo poco o nada por parte de los gobiernos. Frente a este escenario, la clase media dominicana debería dar un paso al frente y erigirse como lo que es, un motor del desarrollo económico y social del país, propiciadora de los cambios fundamentales y reformas estructurales que requiere la nación.
Basta ya de que la clase media dominicana sea solo un alimento cotidiano del sistema financiero, una presa de la seguridad social y una activa contribuyente de un Estado que más voraz no puede ser.