De acuerdo con un reporte realizado por el Consejo Mundial del Oro, indica que los bancos centrales del mundo han adquirido la cifra histórica de 374.1 toneladas de oro en lo que va de año.
Aunque esta acción sólo equivale a un 16% de la demanda total de oro, este escenario nos ofrece una mirada introspectiva de qué está ocurriendo en las mentes de los banqueros centrales en el mundo. Hace apenas 7 años, una encuesta realizada a varios economistas arrojó un desacuerdo generalizado sobre los potenciales beneficios de un regreso al patrón oro.
La historia del dinero nos muestra monedas acuñadas de metales preciosos, letras emitidas de forma privada que podían ser canjeadas por metales preciosos y letras emitidas por el Gobierno que podían canjearse de igual manera. Hace apenas unos dos siglos que el dinero fiduciario entró en circulación.
Muchos han especulado que las criptomonedas son el siguiente paso en esta evolución, pero realmente: ¿podría ser el oro el que se avecina en el horizonte? Aunque la historia del dinero ha mostrado grados superlativos del control gubernamental sobre la oferta monetaria, esta nueva tendencia de acumulación de oro plantea muchas interrogantes.
En un trabajo publicado por el Cato Journal escrito por Lawrence White, explica cómo el mundo podría estar dirigiéndose hacia una nueva era del patrón oro. White en su ensayo señala dos caminos para este escenario: Primero, el surgimiento de un patrón oro paralelo que se le podría permitir crecer junto al sistema actual de libre fluctuación. Sin embargo, otra alternativa sería fijar el valor de una moneda en base a la cantidad de oro que posee el Banco Central en cuestión.
Si bien es cierto que los efectos de red requieren una inflación dolorosa para que las monedas fiduciarias pierdan su ventaja de titularidad, White explica que el segundo camino ofrece una oportunidad para una transición sin problemas. Para que el cambio sea efectivo (es decir, que no cause inflación o deflación), la nueva paridad deberá basarse en el precio actual del oro. Por ejemplo, en el caso de Rusia, su moneda es el rublo. El rublo actualmente cotiza a 100,826.22 rublos por onza de oro. Con una oferta monetaria rusa de alrededor de 9,339 mil millones de rublos, el país necesitaría comprar 92,624,716.07 onzas de oro.
Aunque ese número descrito más arriba parece escalofriante, una conversión rápida lo hace más manejable. Por ejemplo, con 32,000 onzas en una tonelada, ese número se convierte en 2,894.52 toneladas. Y esta sería la cantidad máxima que se requeriría con una proporción de reserva del 100%, no las proporciones históricas observadas en la banca privada y gubernamental. Con una proporción de reserva del 20%, el requisito se reduce a sólo 578.9 toneladas. En términos de factibilidad, eso es menos del 1% de la oferta mundial de oro.
En lugar de implementar el patrón oro, también es posible que estos países busquen aislarse de la economía estadounidense, una perspectiva difícil. Cuando Adam Smith escribió La Riqueza de las Naciones en 1776, uno podía sacar sus inversiones de un país con unos pocos días a caballo. A diferencia de la mayoría de las tareas a lo largo del tiempo, esto se ha vuelto mucho más difícil.
La economía global está más interconectada que nunca, y esta integración alcanzó su clímax cuando la Gran Recesión se extendió por todo el mundo. Con el dólar estadounidense anclado en la mayoría de las transacciones del comercio mundial, y utilizado como base en la mayoría de los intercambios de divisas, en la actualidad existe poco margen de maniobra para poder escapar de la economía estadounidense.
Por esta razón, China ha pedido una moneda del FMI para reemplazar al dólar como moneda de reserva global. Es posible, debido a la falta de atracción que ha recibido esta recomendación de política monetaria, por lo que simplemente el FMI haya decidido implementar salvavidas invirtiendo en la moneda de reserva global original. Por otra parte, el presidente ruso, Vladimir Putin, pidió un aumento en las compras de oro como parte de una política de “fortaleza fiscal” de altas reservas y baja deuda externa.
Una última consideración de esta política radica en el estado del comercio internacional moderno. Ya sea que el oro se esté acumulando como moneda o como activo, los movimientos no han pasado desapercibidos. Con la creciente hostilidad en la guerra comercial entre Estados Unidos y China, es posible que las compras se realicen por apalancamiento.
En la teoría de juegos, los oponentes pueden hacer amenazas y promesas, pero esto se considera una conservación sin fundamentos. No hay costo por decirlas y no hay costo por recibirlas. Entonces, ¿por qué no hacerlo? Es por esta razón que ningún jugador cambiará su estrategia en respuesta a conversaciones baratas. Sin embargo, la señalización es una cuestión diferente. Una señal creíble es costosa y separa los ases de los comodines.
Acumular oro es una señal costosa y creíble. En el caso de la guerra comercial entre Estados Unidos y China, esta última podría utilizar las tenencias de oro para deshacerse del dólar. De ser así, Estados Unidos incurriría en un costo mucho más alto que los ingresos de los aranceles aplicados a las empresas chinas y a los ciudadanos estadounidenses. Al acumular estas tenencias, China puntualiza que la coordinación es una mejor política a largo plazo.
Conclusiones
La era clásica del patrón oro, nos mostró una inflación media más baja, una menor incertidumbre en el nivel de precios, beneficios de la red global y disciplina fiscal. Estos beneficios son innegables y suficientes para garantizar la atención de una autoridad monetaria. Sin embargo, esto no quiere decir que es lo único que merece su atención.
El peligro de abandonar la teoría económica y entrar en la práctica, es que hay un mundo entero lleno de dinámicas complejas que no son fáciles de explicar. Aún no se ha visto si la reciente acumulación de oro es simplemente una demostración de peso político para apalancar la política comercial, una cobertura contra las turbulencias del mercado o un movimiento hacia un nuevo patrón oro.