El subgerente de Cuentas Nacionales y Estadísticas Económicas del Banco Central, Ramón Antonio González Hernández, envió una comunicación al director de este medio en respuesta aclaratoria sobre un trabajo periodístico que relacionó la expansión neta del producto interno bruto (PIB) con el aumento neto de la deuda pública.
De acuerdo con las explicaciones del funcionario, al referirse al artículo titulado ¿Cuánto pesa la deuda en la expansión económica?, resulta necesario aclarar que al contrastar cifras económicas se debe guardar la coherencia y debida correspondencia entre las variables que se están comparando y su naturaleza.
A continuación el texto íntegro de la comunicación.
Estimado señor director:
Luego de saludarle muy cortésmente y felicitarle por su excelente gestión como director del prestigioso periódico semanal elDinero, el cual se ha ido consolidando como una fuente de información responsable en el ámbito del periodismo económico y financiero que recién cumplió su primer quinquenio en circulación, tengo a bien dirigirme a usted en ocasión de la edición número 252 del pasado jueves 30 de enero de 2020 del referido medio de prensa, donde figura como noticia central un artículo de su autoría titulado ¿Cuánto pesa la deuda en la expansión económica? En el citado escrito usted relaciona la expansión neta del Producto Interno Bruto (PIB) en dólares con el aumento neto de la deuda consolidada (interna y externa) del país, concluyendo que en el año 2019 “por cada dólar que produjo la economía dominicana fue necesario financiar cerca de US$0.68 centavos”, conclusión que también figura en la primera plana o portada de la mencionada edición.
Siguiendo la misma línea argumental anterior, usted señala que “los datos demuestran que hay una ponderación significativa entre el nivel de endeudamiento y la expansión neta del PIB” y que “en el período 2008-2018 por cada dólar producido en la economía fue necesario financiar en promedio US$0.62 centavos”, y así sucesivamente utiliza ejemplos similares para diversos años sin un orden cronológico en su exposición. En adición, indica en su artículo que al realizar una simple operación matemática obtiene resultados disímiles a los ofrecidos por el Banco Central para las estimaciones del producto interno bruto en dólares de 2019. Ante este último punto, usted comparte con sus lectores la pregunta: ¿Cuál es la metodología de cálculo y por qué no se explica con mayor claridad?
En virtud de lo anterior, como Subgerente de Cuentas Nacionales y Estadísticas Económicas del Banco Central de la República Dominicana, responsable del área y supervisor del equipo técnico donde se realizan las estimaciones del producto interno bruto, me siento en la obligación de hacer una aclaración sobre los planteamientos externados en su artículo.
En primer lugar, resulta necesario aclarar que al contrastar cifras económicas se debe guardar la coherencia y debida correspondencia entre las variables que se están comparando y su naturaleza. En ese tenor, el producto interno bruto (PIB) es una variable tipo flujo, esto quiere decir que no es acumulativa y la misma empieza desde cero al inicio de cada año, mientras que el nivel de la deuda es una variable tipo acervo (stock, en inglés) de naturaleza acumulativa, que cada año empieza donde termina el anterior. Cabe señalar también que por definición las variaciones en una variable tipo acervo como la deuda constituyen flujos.
Ante este caso, el análisis procedente debe ser el de comparar directamente el PIB (no la variación absoluta del mismo como usted hace en su artículo) con el cambio absoluto en el nivel de la deuda de un periodo a otro, ya que tanto el PIB usado de forma directa como el cambio en la deuda constituyen variables tipo flujo. Al usted considerar el cambio en el PIB en su análisis se distorsiona la comparación llegándose a conclusiones inválidas que pudiesen confundir a la ciudadanía.
Cabe recordar que el PIB nominal es el valor monetario de todos los bienes y servicios finales producidos por una nación dentro de su territorio durante un período determinado, por lo que representa el “tamaño” de la economía de un país y constituye la variable escala por excelencia para dimensionar las magnitudes relativas y facilitar las comparaciones económicas.
La forma estándar de contrastar el cambio en la deuda con el PIB es primero reconocer que las variaciones en la deuda se originan en el resultado de los ejercicios fiscales de cada año, en los cuales saldos deficitarios implican un aumento en el nivel de la deuda y los superavitarios una disminución de la misma. Por ejemplo, en el caso del recién transcurrido año 2019, las cifras preliminares indican que el déficit del sector público no financiero fue de 2.3% como proporción PIB. Esto significa, que el aumento de la deuda del sector público no financiero en 2019 por este concepto sería equivalente a US$0.023 centavos por cada dólar de PIB generado, conclusión muy diferente a su aseveración de que por cada dólar que produjo la economía fue necesario financiar US$0.68 centavos.
Tal y como señaló el Gobernador del Banco Central en rueda de prensa el pasado martes 28 de enero, más del 85% del incremento de la demanda interna (consumo e inversión) es de naturaleza privada, siendo el comportamiento del sector privado el principal impulsor detrás de los resultados del producto interno bruto y no el endeudamiento público. Hay que tener cuidado con realizar aseveraciones categóricas en medios tan prestigiosos como elDinero, pues pudiesen desinformar a la ciudadanía.
En cuanto a la forma de obtener el PIB nominal en dólares, el mismo surge de tomar el PIB nominal en pesos y dividirlo por el tipo de cambio promedio relevante del año. Para proyectar el PIB nominal en pesos se requiere tomar en consideración tanto el crecimiento real de la economía (volúmenes o cantidad real de bienes y servicios finales producidos) como la variación de los precios de los mismos, representados en este caso por el cambio porcentual en una variable denominada deflactor del PIB, la cual toma en cuenta los cambios en los precios de todos y cada uno de los bienes y servicios producidos en la economía.
Cabe indicar que, aunque el deflactor del PIB tiene una alta correlación con el índice de precios al consumidor (IPC) en el tiempo, es decir, tienden a moverse en magnitudes similares y en la misma dirección, las variaciones difieren de un año a otro, pues en el caso del IPC a lo que se le da seguimiento es a una canasta representativa y limitada (305 artículos en el caso dominicano actual) de bienes y servicios que constituyen el grueso del gasto de consumo promedio de los hogares y no a todos los bienes y servicios producidos en la economía.
Para que los lectores entiendan de qué se trata, el PIB nominal en dólares de la economía dominicana fue de US$85,536.9 millones en 2018 y las proyecciones más recientes antes de los resultados divulgados apuntaban a que la economía dominicana crecería 5.0% en 2019 con un crecimiento del deflactor de 2.5% y una variación del tipo de cambio promedio de 3.4%, por lo que el PIB en dólares estimado de 2019 de cumplirse las anteriores premisas, sería aproximadamente igual al del año anterior multiplicado por el siguiente factor: [(1+5.0%)*(1+2.5%)/(1+3.4%)], arrojando un resultado de unos US$89,000 millones, para una variación relativa de alrededor de 4.0%. Un aspecto relevante a mencionar es que, aunque todavía no concluyen los cálculos definitivos del deflactor del PIB y por ende del PIB en dólares, el mismo terminará muy cercano a lo estimado.
Resulta incorrecto, señor director, aplicar directamente al PIB en dólares del año anterior el crecimiento estimado del PIB real, sin tomar en consideración la evolución del deflactor del PIB y del tipo de cambio, como reiteradamente se plantea en el artículo que ha motivado esta misiva aclaratoria. A veces, al simplificar demasiado se cometen deslices involuntarios. En todo caso, la aclaración de fondo es que el análisis del cambio en el endeudamiento (variable flujo) debe de compararse con el PIB directamente y no con la variación absoluta del mismo, por lo que bajo ningún concepto se puede aseverar que por cada dólar que produjo la economía fue necesario financiar US$0.68 centavos.
En cuanto al resto de su artículo, que incluye un recuadro basado en la estrategia nacional de desarrollo donde se argumenta sobre la necesidad de consolidar los mecanismos de coordinación de las políticas fiscal, monetaria, cambiaria y crediticia con el propósito de asegurar la sostenibilidad macroeconómica, impulsar un crecimiento económico alto, equitativo, sostenido y generador de empleos de calidad, así como de contar con niveles de reservas y de deuda compatibles con la sostenibilidad de largo plazo, pienso que toda la sociedad está, en principio, de acuerdo, y se ha estado avanzando en esa dirección.
En el ámbito fiscal, el desafío para una economía pequeña y abierta como la dominicana es lograr que el Estado pueda operar con un resultado en términos de ingresos y gastos que sea consistente con estabilizar el cociente de la deuda pública consolidada como proporción del PIB y con mayores grados de libertad para la ejecución de la política fiscal, garantizando que pueda continuar satisfaciendo las expectativas de la ciudadanía en materia de educación, salud, vivienda, seguridad alimentaria, infraestructura vial, seguridad ciudadana, entre otros aspectos importantes, para lo cual requiere contar con los recursos suficientes.
En lo que concierne al Banco Central, su compromiso y función primigenia es el mantenimiento de la estabilidad de precios (inflación baja y estable), brindando certidumbre a los agentes económicos, coadyuvando de esta manera a propiciar las condiciones para que se pueda perpetuar un círculo virtuoso de crecimiento sostenido de la economía dominicana. De manera particular, la política monetaria está llamada a seguir contribuyendo con el crecimiento de la economía a través de menores tasas de interés y de provisión de liquidez adecuada al sistema financiero utilizando tanto los canales tradicionales como medidas no convencionales, siempre que se amerite y existan los espacios, la holgura y los grados de libertad para hacerlo sin comprometer la meta de inflación.
Finalmente, esperando que estas puntualizaciones aclaratorias sean acogidas por su importante periódico y publicadas en el mismo, con el ánimo de edificar a los lectores de su acreditado medio de comunicación haciendo uso del derecho que nos asiste de exponer nuestros puntos de vista en los temas vinculados con las funciones que desempeñamos en el Banco Central.
Reiterándole mis sentimientos de consideración y estima,Atentos saludos,
Ramón Antonio González Hernández, Ph.D
Subgerente de Cuentas Nacionales y Estadísticas Económicas