[dropcap]E[/dropcap]l presidente Danilo Medina está cumpliendo con su palabra y con la Ley de Educación. El 4% del producto interno bruto (PIB) ya es una realidad en el sector educativo, una conquista que tenía más de una docena de años esperando su implementación.
Casi cuatro gobiernos le pasaron por encima a esta legislación tan importante para lograr un desarrollo sostenible en República Dominicana.
El Ministerio de Educación está en plena ejecución de un presupuesto de RD$119,000 millones, de los cuales cerca de RD$3,000 millones (2.5%) se destinan a la preparación de nuestros maestros.
En este punto es donde está lo que no cuadra en la política educativa dominicana y donde el Consejo Nacional de la Empresa Privada (Conep) tiene algunas reservas.
La organización empresarial más importante del sector privado dominicano aplaude los esfuerzos que realiza el gobierno en materia educativa, pero al mismo tiempo observa que se están descuidando variables que son vitales para que el país alcance un desarrollo cierto, equitativo y que sintonice con la filosofía de progreso del país.
Si bien es cierto que la construcción de aulas y la tanda extendida son necesarios para mejorar las condiciones en que se imparte docencia, logrando que más niños y jóvenes entren al sistema educativo, también es de orden no dejar de lado la preparación y actualización de quienes están encargados de impartir docencia. Estos tres pilares deben ir de la mano.
Los recursos dan para aumentar un poco más a la capacitación de nuestros maestros. El Gobierno lo sabe y puede hacerlo. No basta con tener escuelas bien equipadas y maestros que no sepan cómo utilizar las herramientas tecnológicas. Y peor, ver profesores con grandes debilidades no sólo didácticas, sino también con preocupantes lagunas gramaticales que son transmitidas a nuestros estudiantes.
La preocupación de los empresarios toma mayor validez si nos detenemos a pensar en qué sucederá mañana cuando los empleadores estén buscando personal calificado para sus industrias. La preocupación crece si comparamos lo que ha sucedido en nuestro país en términos de seguridad ciudadana. Está más que demostrado que un pueblo sin educación está más cerca del desorden.
La falta oportunidades no necesariamente tiene que ver sólo con la no existencia de fuentes de empleos, también está relacionada con que no haya profesionales o técnicos que cubran la demandad del mercado laboral.
El país, que incluye a los que gobiernan y al resto de la sociedad, debe entender la importancia de la educación y asumir el reto o el compromiso como una retórica que suena bien, sino como una obligación de nación. El presente nos indica lo que necesitamos en el mañana.
El presidente Medina está sembrando hoy la semilla que dará los mejores frutos mañana. Igual que el Conep, nos inscribimos en la lista de optimistas porque creemos en este país. Ahora sólo falta que los recursos destinados al sector educativo sean mejor distribuidos.