[dropcap]E[/dropcap]l PLD acaba de dar una demostración de madurez política al arribar a un acuerdo a partir del cual se busca modificar la Constitución y, por vía de consecuencia, posibilitar la reelección del presidente Danilo Medina.
Al margen de los efectos políticos del acuerdo, lo cierto es que la calma ha vuelto a los escenarios en donde se analizan la factibilidad de inversión en los proyectos de desarrollo, al tiempo que la incertidumbre sobre la estabilidad política y social de pronto ha desaparecido.
Conviene, sin embargo, evaluar las implicaciones que el acuerdo político entre Danilo Medina y Leonel Fernández tiene para la economía dominicana. En primer lugar, el hecho mismo de la reelección del presidente Medina implicaría un ahorro en costo para el país pues, con el acuerdo, queda eliminada la contienda interna en el PLD por la candidatura presidencial de ese partido, al tiempo que los precandidatos presidenciales se estarían ahorrando lo que planeaban invertir.
También, si las encuestas no están mintiendo sobre el nivel actual de popularidad del Presidente, resultaría lógico pensar que no habrá segunda vuelta, lo que también implicaría un ahorro en costo para el país, mientras que a la Junta Central Electoral le estaría sobrando dinero para invertir en cosas más fructíferas para la población.
Lo propio debería ocurrir con los gastos que planea realizar la oposición política pues, bajo las actuales circunstancias, constituiría un harakiri económico invertir en un proyecto presidencial que está destinado al fracaso. Por suerte, Abinader y Miguel Vargas son gerentes del sector privado y conocen lo que es retorno de una inversión.
Los partidos minoritarios como el PRSC, Alianza País, FNP, Dominicanos por el Cambio, entre otros, deberían ahorrarse sus inversiones en la próxima campaña, a menos que lo hagan para lograr un posicionamiento político ante la sociedad y mantener su reconocimiento ante la JCE.
Pero donde debe existir preocupación es en el barril sin fondo en que se constituirá la decisión de reservar las candidaturas a senadurías y diputaciones que ostentan los actuales “compañeros y compañeras” del PLD, así como de alcaldías y distritos municipales.
El pago por la lealtad al partido saldrá más caro en esta ocasión. De cara al 2016, probablemente tendremos el gasto más alto en la historia política local para la elección de los “honorables”.
Pero no se preocupen, todos estos gastos saldrán del Presupuesto y de los impuestos que ya usted pagó y que continuará pagando.