[dropcap]A[/dropcap]valados estudios sobre desarrollo económico, realizados por especialistas tales como Porter, Ray, Stiglitz, Lewis, han arrojado avances importantes a través de los últimos 70 años.
Estos aportes permiten, hoy en día, entender el rol e impacto que tiene el manejo de distintos aspectos socioeconómicos y las decisiones de gobernanza.
Estas son fundamentales para que una nación, independientemente de sus condiciones particulares, pueda alcanzar los niveles de vida digna esperados para principios del siglo 21. Un ejemplo de ello ha sido la superación ejemplar de Taiwán luego de la crisis de los tigres asiáticos de los años 70-80.
Un país en plena recesión con moneda devaluada, hambruna, instituciones debilitadas, con escasos recursos naturales y materiales que, 35 años más tarde, logra posicionarse a nivel global como referencia en el ámbito del comercio internacional, educación y recursos humanos altamente especializados, entre otros.
Para lograr dicho resultado reformaron el sistema educativo, al cual asignaron anualmente alrededor de un 15% del presupuesto y blindaron el sistema jurídico para hacer frente a los atrasos que deja la corrupción en su camino.
El rol que juega el capital humano para lograr un buen desempeño económico se observa en los niveles de desarrollo, crecimiento y fortalecimiento de industrias, lo que trae a su vez mayor productividad y por ende competitividad para hacer frente a las adversidades del mercado. Solo con elevados niveles de competitividad puede una nación mantener una calidad de vida digna, la cual se construye a largo plazo.
Indicadores económicos tales el PIB o PIB per cápita ya no son vistos como una representación real e integral del nivel de desarrollo de una nación. El sistema económico hoy día es tan complejo y entrelazado que sus indicadores sólo pueden arrojar pinceladas de la realidad de una sociedad si se presentan y relacionan en conjunto.
Por su parte, un gran segmento de la población de República Dominicana presenta, dentro del marco sociocultural, una serie de características que impiden se aplique adecuadamente el conocimiento disponible de la humanidad en los distintos estratos de la sociedad.
Existen ciertos pasos, propios de los procesos de desarrollo de un país, que no se deben saltar. De hacerlo, las inversiones establecidas para estos nuevos pasos pueden pasar rápidamente a ser obsoletas por falta de integración con un sistema rudimentario, escasez de conocimiento o incluso generar diferencias socioeconómicas aun mayores. Implementar una política de fomento a industrias que mínimamente logran adquirir el recurso humano especializado para proyectarlas hacia un crecimiento sostenible resulta costoso en tiempo y dinero.
Dentro de estos factores o dimensiones culturales se nota la tendencia en enfocarse en el presente y no en el futuro a mediano y largo plazo. Existe un círculo vicioso entre los fenómenos del clientelismo, practicado por la clase política y exigido por los mismos electores como consecuencia de la pobreza y deficiencia educativa.
¿No sería más productivo para República Dominicana orientarse hacia una sociedad y economía fundamentadas en el aprendizaje? Esto incrementaría los niveles actuales de productividad y competitividad, que serán analizados en un contexto internacional en el próximo articulo, a partir de una constante reinversión en el capital humano a través de la educación.