La crisis causada por el covid-19 ha creado cuantiosos déficits en los presupuestos gubernamentales a nivel mundial. República Dominicana no ha sido única en este sentido. La necesidad de aumentar los ingresos estatales ha servido como el impulso de una iniciativa que habría sido propuesta desde hace muchos años: un “impuesto global mínimo” que sería aplicable a las empresas multinacionales.
Esta iniciativa fue aprobada hace unos días, en principio, por los ministros de Hacienda (Finanzas) de Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Alemania, Canadá, Italia, Japón y la Unión Europea. En síntesis, el acuerdo establece una tasa impositiva mínima del 15% para empresas multinacionales, con normas que serán establecidas para prever la forma y metodología de cobrar dichos impuestos.
La crítica a las reglas actuales de impuestos a nivel mundial es que los principios que rigen el sistema datan de la década de 1920, por lo que no toman en cuenta el enorme crecimiento de la propiedad intelectual y tecnología. En este sentido algunas personas alegan que las empresas multinacionales utilizan estrategias de minimización de la carga fiscal, lo que resulta en un pago muy reducido de impuestos.
De hecho, en una de nuestras recientes entregas comentábamos los cambios realizados en nuestro país a las reglas de Precios de Transferencia, precisamente una de las estrategias que, según las críticas, son utilizadas para minimizar impuestos. Otra estrategia parecida es la de utilizar jurisdicciones de tributación baja para vender propiedad intelectual a otras empresas relacionadas, reduciendo de esta forma el monto de impuestos que se debe pagar.
La realidad es que grandes empresas multinacionales pagan una tasa efectiva de impuestos a nivel mundial que es inferior a muchas empresas que no tienen operaciones que cruzan fronteras. Esta situación genera cierta incomodidad tanto entre las autoridades fiscales como con los contribuyentes que sí pagan impuestos en base a la tasa establecida en las normas fiscales de su país de residencia u operación.
El plan adoptado por las economías avanzadas tiene dos ejes: las multinacionales deberán pagar más impuestos en los países en que venden sus productos o servicios, en vez de el lugar donde declaran sus beneficios, y una tasa mínima de tributación a nivel mundial, para que un país no tenga una “ventaja” sobre otro ofreciendo una tasa de tributación menor.
Aunque habrá que analizar con detenimiento los detalles y el texto de la propuesta, para la República Dominicana pudiera ser beneficioso que las multinacionales paguen impuestos en el lugar de venta de sus productos y servicios, pues aumentaría la base impositiva local. Esto pudiera ayudar a cerrar la brecha fiscal en nuestro país.
No obstante, como ocurre con muchas normas fiscales, será importante precisar la forma en que se implementaría, pues se pudieran utilizar otras estrategias para reducir el impacto de la reforma. Sin embargo, si es implementada de forma comprensiva e inteligente, puede ser un importante avance para la equidad fiscal global y para aportar al desarrollo de países como República Dominicana.