[dropcap]L[/dropcap]a aprobación por parte del Consejo de Gobierno del Anteproyecto de Presupuesto para el 2016 abre un proceso de discusión que, lamentablemente, parece reducirse a establecer beneficios y perjuicios a partir de analizar la diferencia entre las partidas que determinadas entidades demandan y lo que la Dirección de Presupuesto le puede asignar dadas las estimaciones de ingresos.
Ese reduccionismo intelectual, conducido casi siempre por el litoral mediático de una parte de la sociedad, hace perder de vista la función de desarrollo de un presupuesto, y su capacidad de inducir la consecución de resultados que beneficien a los individuos colocados en el lado desfavorable de la distribución del ingreso nacional.
En ese orden, conviene establecer que un presupuesto público constituye, en esencia, “un documento político que recoge la declaración de intenciones de un gobierno cuantificada monetariamente para un ejercicio anual”.
Siendo así, el presupuesto responde a unas políticas públicas que, a su vez, buscan fines sociales, tratando de mantener, aunque escasamente logrado, un equilibrio entre los ingresos y los gastos del período. Esto quiere decir que, detrás de este Anteproyecto de Presupuesto aprobado por el Consejo de Gobierno, que alcanza un monto cercano a los RD$663,000 millones, subyacen las metas presidenciales y los propósitos que de estas se derivan.
Por ejemplo, mantener la asignación de un 4% del PIB en educación es una señal de que el presidente Danilo Medina continuará realizando esfuerzos por mejorar la calidad de la educación, sobre todo a nivel preuniversitario. La asignación de recursos adicionales a la Junta Central Electoral, en un año de elecciones, indica que las autoridades gubernamentales aspiran a garantizar un proceso electoral sin contratiempos económicos.
Por igual, el incremento en la asignación al sector salud, para temas específicos de construcción y reconstrucción de la red pública de hospitales, crea algunas expectativas positivas en ese litoral, aunque no resuelve el profundo problema de baja calidad de los servicios hospitalarios y la falta de medicina y equipos en muchos centros públicos.
Las pymes, como se habría de esperar, sigue siendo una niña bonita del Presidente y éste la agrada con RD$800 millones adicionales. Lamentablemente, los servidores públicos tendrán que esperar otro año para ver incrementos en sus salarios, en tanto otras muchas entidades públicas mantendrán niveles de asignación presupuestaria similares a los de 2015.
Lo que falta por ver de este presupuesto público para 2016 son los resultados que se esperan ¿Cómo estos beneficiarán a la sociedad? ¿En qué medida mejorará la distribución del ingreso? ¿Será necesaria una nueva reforma fiscal para garantizar los ingresos? Solo pregunto.