Es un hecho que cuando Estados Unidos estornuda el mundo entero se resfría. La primera potencia global debe proceder con mucha cautela a la hora de comenzar con el tapering y la implementación de otras medidas monetarias menos acomodaticias. La semana pasada se celebró el simposio de Jackson Hole, donde se reunieron los gobernadores de los principales bancos centrales a nivel mundial.
La máxima autoridad del Banco Central estadounidense ha señalado que “sería apropiado” iniciar el tapering a finales del presente año.
La implementación de políticas monetarias más restrictivas deben ser puestas en marcha de forma paulatina con el fin de evitar interrupciones importantes en cuanto a la actividad comercial no solo en Estados Unidos, sino a nivel internacional.
Cabe destacar que un dólar fortalecido encarece tanto la deuda de países en vías de desarrollo como las importaciones. Si el dólar sigue la senda alcista pues podría complicarle el panorama a los países que tengan mayor necesidad de importar con la finalidad de frenar presiones inflacionarias a nivel local.
Otro acontecimiento clave en Estados Unidos fue la aprobación por parte de la Cámara de Representantes de 3.5 billones de dólares para reforzar la agenda social del Presidente Biden. Este tipo de política fiscal expansiva típicamente tiene un efecto bajista sobre el dólar aunque el billete verde se sigue revalorizando desde principios de este año y mantiene su liderazgo como activo refugio junto al oro.
En fin, los bancos centrales a nivel mundial llevan más de una década interviniendo en los mercados de forma recurrente, por lo que una retirada de los estímulos monetarios antes de lo previsto podría ralentizar la recuperación económica a nivel mundial.