La teoría clásica plantea que, en general, los individuos son racionales, esto es, que toman decisiones también racionales, y que estas casi siempre están vinculadas a la utilidad que puedan obtener al momento de realizar una determinada transacción. Sin embargo, Maldonado (2012) plantea que “se han identificado varios patrones en donde los individuos manifiestan comportamientos que son distintos a los que se supone el individuo racional”.
Lo que se resalta aquí es que nuevas teorías señalan que “aun cuando siempre existe la disyuntiva entre costos y beneficios, los individuos no siempre buscan maximizar su beneficio”.
Adicionalmente, se dice que en cada decisión económica de un individuo existe lo que se denomina como costo de oportunidad, es decir, un valor máximo al que se ha renunciado por haber decidido sobre otra alternativa. Para ponerlo más simple, el costo de oportunidad es la cantidad de recursos que usted ha dejado de ganar a partir de la decisión que tomó.
Pero veamos estas teorías a la luz del funcionamiento de los fondos de pensiones. En primer lugar, si no existiera este sistema, o si se tuviera otro en donde la decisión de ahorrar fuera libre y soberana, es casi seguro que muy poca gente acudiría voluntariamente a colocar sus recursos pensando en un retorno una vez finalice su vida laboral. Esto quiere decir, que los individuos no tendrían un comportamiento tan racional que los lleve a buscar un beneficio económico multiplicado en el tiempo.
Por demás, como la otra alternativa sería, sin dudas, el consumo desenfrenado de bienes y servicios, el costo de oportunidad resultaría ser todo lo que se dejó de percibir por no colocar una parte de sus ingresos en la compra de un instrumento financiero que deje beneficios. De esa manera, si no existieran los fondos de pensiones en República Dominicana, no se hubiera obtenido una rentabilidad promedio de un 11% como el actual, y tampoco se habría logrado acumular un patrimonio de RD$698,551,866,866 como el que existe en estos momentos. De la misma manera, se estima que de cada peso que ganan las AFP, a los individuos le retorna el 13%, rendimiento más alto que lo que ofrece cualquier otro instrumento financiero de los que se pueden encontrar en el sistema financiero actual.
El tema aquí es que los fondos de pensiones han sido una alternativa eficaz frente al sistema de seguridad social que se tenía anteriormente, en donde las pensiones eran irrisorias y no toda la población podía acceder a estas. Por esto, no resulta racional devolver a los trabajadores, anticipadamente, el 30% de los aportes que hasta ahora han realizado los cotizantes, siendo también muy bajo el costo de oportunidad que se tendría. Súmese a lo anterior la disminución que habría en el monto futuro de las pensiones que se otorgarán, de aprobarse este desatino de proyecto que se ha presentado en el Congreso.
Finalmente, el sistema actual de fondos de pensiones, quizás necesite una adecuación para propiciar que las AFP tengan mecanismos de inversión que sean más rentables para el propio inversionista, y también para el pensionista, pero lo que no se debe es destruir un instrumento que ha actuado en correspondencia con el comportamiento que debe tener un individuo racional, que desea asegurarse una pensión en el futuro, y que ha permitido, además, lograr un costo de oportunidad, en donde la alternativa desechada, es decir, el gasto sin retorno, es positivo, pero muy cercano a cero.