Resulta primordial proceder con cautela en cuanto a la reducción de las políticas monetarias expansivas implementadas por prácticamente todos los bancos centrales a nivel mundial.
Las autoridades monetarias, sobre todo la Reserva Federal y el BCE realmente no han parado de intervenir, de una manera u otra, en sus respectivas economías desde la gran recesión del 2008.
Cabe destacar que el Banco Central de Japón lleva más de 20 años utilizando políticas no convencionales para mantener su economía a flote. Este es el escenario base que se viene dando desde hace bastante tiempo y ahora toca seguir hacia adelante con mucha prudencia. Indudablemente, cuando la recuperación económica actual sea sostenible en el tiempo, las autoridades correspondientes tendrán que comenzar a implementar políticas monetarias y fiscales restrictivas para frenar la inflación y la deuda.
El endeudamiento de familias, empresas y gobiernos ha crecido de forma pronunciada por la pandemia y supera el 350% del PIB mundial. Por consiguiente, hoy en día la deuda global sobrepasa los 295 billones de dólares. Y esta cifra seguramente subirá aún más si el congreso americano aprueba el plan de reconstrucción del presidente Biden, valorado en 3.5 billones de dólares.
La deuda pública consolidada de RD se sitúa en torno al 70% del PIB. Entendiblemente, la deuda ha incrementado con el fin de combatir los efectos nocivos de la pandemia, aunque todavía es manejable y se ubica ligeramente por debajo del promedio de la región.
La reactivación de la economía doméstica y una gestión eficaz de las finanzas públicas contribuirá a reducir la deuda de forma gradual. De hecho, la deuda ha bajado unos dos puntos porcentuales frente al mismo período del año pasado.