Si bien es positivo que el presidente Luis Abinader mantenga un contacto directo y constante con los distintos segmentos de la población, no deja de ser preocupante el hecho de que se percibe poca presencia suya en los quehaceres administrativos y de oficina en el Palacio Nacional.
República Dominicana es un país “presidencialist”, donde los subalternos tienden a imitar mucho las acciones de su mandatario y también a descuidarse en sus deberes cuando el “jefe” no les pone la presión necesaria y deposita su confianza en que cumplirán con lo que se les ha delegado.
El dominicano actúa bajo presión constante, por lo que no está demás recomendar al Presidente que dedique más tiempo a la oficina presidencial para revisar, por ejemplo, los plazos que él mismo ha otorgado a diversos funcionarios en constantes decretos de desarrollo de ciertos planes, para ver si se están cumpliendo, mientras él está socializando con el pueblo.