En el 60 aniversario de la Asociación de Industria de la República Dominicana (AIRD), la institución dio una mirada a su pasado. Sin embargo, el punto final de ese recorrido fue una mirada hacia el futuro, tanto el inmediato como el de mediano tiempo.
Su presidente, Celso Juan Marranzini, expuso los pilares de la industria del futuro y del futuro de la industria, indicando con que el desarrollo sostenible del país descansa sobre hacer de dominicana una potencia industrial de la región, líder en exportaciones, innovación, capital humano y otros tantos aspectos que destaca, haciendo énfasis en diversos desafíos para lograrlo.
Para elDinero se presentan las ideas fundamentales del presidente de la AIRD.
La historia de la AIRD y de la industria es una historia de vicisitudes, luchas, obstáculos, pero también de buena voluntad, coraje, diálogo, propuestas, avances, logros, encuentros y desencuentros, pero trabajando pensando en el bienestar y el desarrollo sostenible de la nación.
Además, esa historia fue la que creó la fortaleza que tiene la AIRD para ser un instrumento clave en la reindustrialización del país. El futuro se crea ahora y por eso hay que estar atentos a las tendencias globales, a las decisiones oportunas y a los cambios inaplazables. Ese futuro tiene cuatro pilares fundamentales:
Primero. Ser resiliente, capaces de soportar las crisis, como la del COVID-19, los problemas de abastecimiento y los altos precios de la oleada inflacionaria post pandemia y ahora por los ataques de Rusia a Ucrania.
Hoy República Dominicana exhibe una industria fuerte. A finales del año pasado la AIRD anunció una serie de inversiones industriales por más de 80,000 millones de pesos que generarían más de 80,000 empleos. Hoy, apenas a cuatro meses de iniciado el año, aproximadamente el 50% de esas inversiones están YA en ejecución.
La resiliencia exige aumentar el valor agregado de los productos manufacturados en el país. Dos vías hacen esto posible: integrar más materias primas y convertir la materia prima que hoy se destina a la exportación en productos que conquisten diferentes mercados de destino. Otro elemento clave de esa resiliencia es fortalecer los encadenamientos.
Es decir, impulsar y facilitar las ventas de la industria a diversos sectores como las zonas francas y el turismo. Esto conduce a creación de más empleos, atracción de inversiones y exportaciones, sobre todo en medio de la tendencia hacia la reindustrialización en países cercanos a Estados Unidos (near shoring). En ese marco, el rol del Estado es clave facilitando e incentivando el proceso con una visión de largo plazo.
Segundo. El segundo pilar es la innovación. Es necesario avanzar más en cuanto a la innovación aplicada, los proyectos de investigación, el vínculo con las academias, desarrollo de patentes y el incremento constante de la productividad y de la calidad.
Todo eso, sin embargo, se queda en simple enunciado si el desarrollo industrial no se centra en el ser humano, en ciudadanos educados con los niveles del primer mundo, en políticas públicas coherentes, sostenibles y predecibles. De ahí la necesidad de la capacitación continua de los colaboradores de la industria.
Tercero. La industria del futuro es social y ambientalmente responsable. Incluso más allá de las normas, las industrias se comportan como ciudadanos corporativos responsables en su relación con el medio ambiente, colaboradores, consumidores y sociedad. Ser social y ambientalmente responsable requiere que las empresas busquen cada vez más la eficiencia energética y se inscriban en la dinámica de la economía circular.
Cuarto. El futuro está marcado por el pilar de la flexibilidad. Los mercados internacionales son cambiantes. La pandemia y las tensiones geopolíticas han acelerado muchos cambios en el mundo. La industria que no se adapte, desaparecerá.
Esa flexibilidad requiere también que el marco jurídico se adapte a las cambiantes circunstancias. Es necesario continuar apoyando al Estado en su esfuerzo por la eliminación de toda burocracia innecesaria, hasta alcanzar la necesaria burocracia cero. Otro ejemplo cercano es el del Código de Trabajo, que es del pasado, y que requiere cambios sustanciales para ser el instrumento jurídico que trabajadores y empresas necesitan para la generación de empleo formal y el desarrollo sostenible de la nación.
Estos pilares implican múltiples desafíos
Estamos llamados a continuar impulsando la internacionalización de las empresas industriales. No solo exportando más y mejor, sino también abriendo las puertas de las empresas en esas naciones. Es el parte del futuro.
Involucrar a las nuevas generaciones. Sea una empresa familiar o no, la presencia de las nuevas generaciones, la construcción de simbiosis intergeneracional y de liderazgo femenino se hacen necesarias, así como el fortalecimiento de los gobiernos corporativos en las empresas.
La industrialización depende de que las nuevas generaciones ocupen puestos de liderazgo y se hagan sentir con sus aportes, construyendo sobre los logros alcanzados por las generaciones que les anteceden.
Otro desafío es actuar siempre bajo la guía de una visión de largo plazo, focalizada en las actividades productivas y en el vínculo producción-bienestar social-empleo de calidad.
Contar la historia de la AIRD se hace con orgullo, pero este pasado ha de ser solo un impulso para que el sector industrial recomience renovado, en alianza estrecha de las industrias, los colaboradores, el gobierno, la sociedad de cara a un propósito alcanzable: ser una potencial industrial.