Petro, Gustavo, el presidente electo de Colombia, y petro, la criptomoneda venezolana que en febrero de este año cumplió cuatro años de su lanzamiento por parte del gobierno de Nicolás Maduro, son palabras muy parecidas. Es más, se escriben iguales. Y cuidado si aquellos que “creen en vainas” pudieran decir que son “cosas del destino”.
En 2018, cuando el presidente venezolano lanzó al mercado su “petro”, respaldado con las reservas de PETRÓleo, Petro, el colombiano, era senador. ¿Qué puede haber de “coincidencias” y “similitudes” en este contexto? Quizá hay mucho, quizá no tanto. Sin embargo, todo pudiera depender del enfoque o del cristal con que se mire.
Mientras Maduro lanzó su “petro” para pagar a proveedores internacionales ante la escasez de divisas. Colombia acude a Petro ante el desgaste del sistema tradicional de partidos conservadores, lo que supone un giro sin precedentes en la historia colombiana.
El presidente electo de Colombia ha logrado (o está logrando) algo que tampoco tiene importantes precedentes en la política de Colombia: llegar con una oposición debilitada o que ha expresado su deseo de “acoger la agenda” que plantee el Poder Ejecutivo, esta vez liderado por el izquierdista Gustavo Petro. Y quiero dejar claro que la izquierda de hoy no es la de ayer, pues el contexto social y económico imperante es diametralmente diferente, pues las economías hoy están muy conectadas y nadie puede gobernar un país sin contar con el apoyo internacional.
En el horizonte cercano sí pudiera verse que el nuevo presidente de Colombia ha logrado “juntar” algunas voces clave, de diferentes bandos, que le han tenido una especie de “alfombra” para que camine sin dificultad y lleve a cabo las reformas que prometió en campaña. Esto, por supuesto, tiene algo nervioso a los sectores conservadores. Sé que la tierra será un gran reto para el nuevo Presidente.
Pudiera ser, y también tengo esperanza de que así sea, que logre una mejor comunicación con sectores radicales que han puesto en peligro la paz y el desarrollo económico de Colombia, una gran nación que tantos aportes ha hecho al mundo.
No sé cuántos pensamientos deben estar pasando por la cabeza de Petro. Sin embargo, de lo que sí estoy seguro es que su experiencia de Estado (y más allá) le darán la sabiduría suficiente para tomar decisiones inteligentes. Parto de la buena fe que debe tener todo ciudadano que recibe el honor, el escasísimo honor, de dirigir un país. Es una oportunidad excepcional y como tal hay que actuar. Gobernar una sociedad como la colombiana, con una deuda social acumulada durante tantos años, pudiera ser complicado. Sin embargo, el pragmatismo a favor de la mayoría debe primar.
Nicolás Maduro, que tiene su petro desde hace poco más de cuatro años, pudiera aspirar a tener un Petro, al otro lado de las fronteras, que le ofrezca mejores oportunidades de superar su crisis económica, política y social (y de prestigio).
Habrá que ver cuál será el lenguaje que utilizarán estos dos Presidentes. Maduro ha sido radical y testarudo en todo. Petro habrá de ser más comedido, más asentado e inteligente.
Y no hay que olvidar una realidad: a Iván Duque le tocó gobernar en tiempos difíciles, lo mismo que a los presidentes de naciones con una profunda deuda social y económica, como es el caso de República Dominicana. Y lo peor es gobernar un país con una parte importante de sus ciudadanos navegando en un mar de ignorancia, por falta de educación y trabajando en la informalidad. Todo se vuelve más difícil. ¿Es cierto que Maduro fue el primero en llamar a Petro para felicitarlo por su triunfo? Si fue así, espero que esto no pase de ser simplemente eso: una llamada de felicitación.
No creo que Petro olvidará que Maduro no ha querido extraditar a los presuntos guerrilleros y terroristas colombianos que viven en Venezuela. Bueno, aunque no puedo olvidar que Petro defendió la gestión de Hugo Chávez y su continuidad en la persona de Maduro
Tampoco puedo pasar por alto que Colombia no ha alcanzado sus objetivos estratégicos con Venezuela a través del cerco diplomático, pues los resultados indican que no funcionó. Ivan Duque quiso hacerlo, pero no se le dio.
¿Deberían restablecerse las relaciones diplomáticas con Venezuela? Sí, pero a Madura no se le puede entregar nada sin antes confirmar qué se recibirá a cambio. Restablecer las relaciones diplomáticas entre Venezuela y Colombia es algo más que normalizar el cruce de personas y mercancías. Se trata, nada más y nada menos, que de un comercio bilateral que supera los US$6,800 millones anuales, que de hecho es la frontera más activa después de la que comparten Estados Unidos y México.
Es de orden tratar de que no haya más migración irregular desde Venezuela a Colombia, donde hay cerca de dos millones y la consecuente carga para el erario, principalmente para el sistema de asistencia social. Además, con las expropiaciones que hizo el gobierno venezolano, las autoridades colombinas piden el pago justo.
¿Puede Colombia hacer un ejercicio de pragmatismo para defender los intereses económicos, sociales, políticos y geoestratégicos? Considero que sí. Debe acercarse con cuidado, pues el enemigo no tiene mucho control emocional. La calma prudente jugará un papel importante. Esperar, sólo eso nos resta.