En una aparente intención de poner los oídos en la voz del pueblo, la gestión del presidente Luis Abinader se ha caracterizado por echar para atrás iniciativas o decisiones que, siendo correctas, reciben críticas por la redes sociales que dan la falsa impresión de un rechazo generalizado.
El Gobierno ha reculado en proyectos e iniciativas que, al verlas de manera objetiva y detallada, eran positivas y resultarían en algo mejor a las alternativas que se han tomado para sustituirlas (por ejemplo, el fideicomiso de la Central Termoeléctrica Punta Catalina).
Ahora, con la iniciativa, positiva, de formalizar el trabajo doméstico, parece que, otra vez, el Presidente va a recular.
Lo más reciente fue lo del presupuesto de Educación, que una bulla sobre la reducción de una partida que no se va a ejecutar motivó una salida desafortunada que terminará en nada. Lo malo de todo eso es que los funcionarios con iniciativas positivas, luego quedan desautorizados por su propio Gobierno.