Las tendencias que se observan en el mundo invitan a una reflexión sobre las condiciones de República Dominicana para continuar creciendo y elevando la calidad de vida de sus ciudadanos en las próximas décadas.
El primer aspecto a considerar es el nivel de formación de su capital humano. La discusión reciente ha sido dominada por el destino de los recursos del gasto anual de 4% del PIB en educación preuniversitaria. Estos recursos sirvieron para casi duplicar la cantidad de aulas existentes, duplicar el salario de los docentes, implementar el Programa Docentes de Excelencia y llevar la Jornada Escolar Extendida a casi todo el país. Sin dudas fue una inversión necesaria, aunque no suficiente, para mejorar el acceso y calidad de la educación.
Con la pandemia, la virtualidad supone un retraso significativo en los niveles de aprendizaje, borrando conquistas previas. El actual ministro de Educación ha evidenciado conocimiento de las problemáticas del sector y tener buena disposición para realizar los cambios necesarios. La ciudadanía debe cerrar filas detrás de este interés y apoyar dichas reformas.
Sin embargo, para el largo plazo la discusión podría ser más profunda. Un problema común en el mundo en desarrollo es que muchos estudiantes no logran aprender aspectos básicos de su formación en los niveles primarios, lo que no les permite aprender aspectos más complejos a medida que aprueban cursos, provocando frustración y deserción escolar.
En ese sentido, un diagnóstico que permita identificar cuáles estudiantes dominicanos presentan dificultades de lectura comprensiva o no pueden resolver cálculos aritméticos básicos, acompañado de un programa de refuerzo de estas habilidades, permitiría que estos estudiantes puedan seguir aprendiendo en el futuro.
De igual forma, parte del gasto educativo puede orientarse en mejorar la calidad de la atención a los niños en sus primeros cinco años, que es la etapa de mayor desarrollo del cerebro humano. También, es necesario identificar qué hacen los directores de escuelas cuyos estudiantes tienen alto desempeño en las pruebas para medir el aprendizaje. Esos directores, conocidos como champions, ejecutan acciones que pueden ser contextualizadas y utilizadas en otros centros educativos para mejorar la calidad de la enseñanza.
Otro punto que afecta el crecimiento de largo plazo es la competitividad de las empresas. Con la interrupción de las cadenas logísticas mundiales, países como Estados Unidos están considerando incentivar que sus empresas mueven sus cadenas de producción a países cercanos y amigos. El nearshoring es un fenómeno que puede aumentar significativamente las exportaciones no mineras dominicanas, crear más empleos de calidad e insertar la industria local en las cadenas globales de valor.
En este ámbito quedan retos pendientes. Uno de ellos tiene que ver con el aspecto logístico. Mover un contenedor desde la finca o la industria a un puerto es costoso cuando se compara con otros países de la región. Por lo que hacer más competitivo el mercado de transporte de carga es una tarea pendiente que tiene el país.
Asimismo, hay que continuar eliminando regulaciones que afectan la competitividad del sector productivo, incluyendo las de tipo tributario. El Gobierno, con su reciente estrategia de “Burocracia Cero”, va en sintonía con la simplificación de los trámites que realizan las empresas ante la administración pública. No obstante, está pendiente la revisión de figuras impositivas, como el pago de anticipo, que generan presión en el flujo de caja de las empresas.
Un último aspecto de relevancia es la fiscalidad pública. El Gobierno necesita recursos para realizar obras de infraestructura y cubrir demandas sociales pendientes, incluyendo mayor acceso y mejor calidad de servicios de salud.
El gasto público dominicano, en proporción al tamaño de su economía, es de los tres menores de América Latina. Esto sucede porque el Gobierno recauda poco en términos de su PIB: la presión fiscal dominicana es la segunda más baja de la región.
Para obtener recursos, y mantener la deuda pública en una trayectoria sostenible, República Dominicana deberá abocarse a una reforma fiscal amplia en los próximos años. En su discusión, sería necesario mostrar resultados concretos en la mejora de la calidad del gasto público antes de proponer aumentos de impuestos. De manera similar, se podría observar que el código tributario sea revisado hacia uno menos distorsionador del ambiente de negocios, más progresivo y de fácil recaudación.
La discusión de qué hacer para que la economía dominicana continúe creciendo y mejorando la calidad de vida de sus ciudadanos es extensa. Tener una población más educada, empresas más competitivas a nivel de costos y una fiscalidad sostenible y poco distorsionadora, son tres (de varios) retos a considerar para transformar el aparato productivo en uno que produzca y exporte bienes más sofisticados y genere empleos de calidad. La coyuntura internacional invita a tener la conversación de cuál será la República Dominicana del futuro.