Otra vez nos toca analizar el fenómeno del fracaso de los pequeños negocios, en esta ocasión, a partir de algunas preguntas que nos hiciera un grupo de propietarios de micro, pequeñas y medianas empresas, a raíz de una conferencia que ofrecimos recientemente.
Los interrogantes surgieron por las informaciones que han aparecido en diferentes medios de comunicación, y también en redes sociales, dando cuenta de una potencial recesión económica a escala mundial, cuyo inicio está previsto para principios de febrero de 2023.
En efecto, un Informe publicado en este mes de octubre por el Fondo Monetario Internacional (FMI), revela que se avecina una desaceleración mundial de amplia base, con la mayoría de las economías contraídas o a punto de contraerse, operando con incertidumbre y perspectivas inciertas.
Así las cosas, “se estima que los países que representan aproximadamente un tercio de la economía mundial registrarán, durante dos trimestre consecutivos, una contracción del producto interno bruto real este año o el próximo” (FMI, 2022). Más aún, se plantea que “existe una posibilidad de 25% de que el crecimiento mundial se situé por debajo de 2% el año que viene, y de 10% a 15% de que se quede por debajo de un 1%”.
Estos pronósticos, obviamente, aterran a los agentes económicos, llámese empresas y consumidores, pero plantean un escenario tenebroso para los micro y pequeños empresarios que no terminan de recuperarse de la Pandemia del covid-19 y de la guerra entre Rusia y Ucrania, cuando ya viene otro fenómeno a afectar a este tipo de unidades productivas.
Cierto es que los últimos tres años han sido de hostigamiento permanente en contra de las empresas de menor tamaño relativo, las cuales han sido impactadas de diferentes formas y en distintos niveles. Por ejemplo, miles de estas a nivel mundial desaparecieron con la crisis económica en que desembocó la crisis sanitaria, mientras algunas disminuyeron vertiginosamente su capacidad productiva, en tanto que otras se mantuvieron abiertas y produciendo por los múltiples malabares que realizaron. Sin embargo, un tercer fenómeno económico consecutivo sería devastador para las mipymes latinoamericanas y, en particular, para las que operan en República Dominicana.
El escenario que se plantea es que las presiones inflacionarias continuarán, lo mismo que los altos precios de las materias e insumos, aunque se espera una disminución de los precios internacionales del petróleo y sus derivados, aun bajo la situación de recesión económica. Como se ve, el horno no estará para galletitas a partir del mes de enero de 2023, por lo que, desde ya, convendría ir tomando medidas que contrarresten ese estado de cosas.
Lo anterior implica que los micro y pequeños empresarios deben adelantarse y tomar decisiones certeras y oportunas, tales como provocar una disminución en los costos de producción de sus empresas de modo que, paralelamente, se mejore la eficiencia y la productividad y se pueda lograr mantener los precios a sus consumidores.
Es claro, finalmente, que la situación económica internacional plantea grandes desafíos para las mipymes en estos momentos, y aun vendrán otros si se cumplen los pronósticos de una recesión; pero también es cierto que estas unidades económicas han demostrado una gran capacidad de resiliencia frente a las crisis.
Hay que apostar a que eso continúe siendo de esa manera, pero también a que la mano amiga del gobierno vaya en auxilio de los pequeños negocios, tal y como ha venido ocurriendo durante los dos últimos años.