La decisión del Gobierno de subsidiar los precios de los combustibles ha sido positiva. No sólo ha sido bien acogida por la población porque representa un alivio para las finanzas de las familias, que de hecho han estado golpeadas por la inflación, sino que este apoyo fiscal es un muro de contención a cualquier acto de protesta social.
Sabemos que el Gobierno ha asumido sacrificios históricos en estos últimos meses por efecto de los altos precios del barril de petróleo. Sabemos también que tampoco es gratis y que quizá la inflación ha sido más beneficiosa para la administración del Estado, toda vez que un aumento en las materias primas se traduce en más impuestos recaudados.
Ahora bien, en lo que sí hay razón es en decir que los subsidios a los precios de los combustibles tienen un efecto multiplicador que se traduce en tranquilidad en el mercado.
Lo más delicado cuando se habla de una población vulnerable en términos económicos, es tocar sus bolsillos, es decir, afectar su capacidad de compra o consumo de lo básico para su subsistencia. Aunque la inflación tiene un efecto positivo en las recaudaciones del Gobierno, principalmente por el lado de Aduanas, nadie en su sano juicio querría que aumenten los precios.
En el caso de República Dominicana este fenómeno es peor, ya que las materias primas de muchas de las cosas que se fabrican localmente son importadas, esto sin contar el costo de la energía que depende de los derivados del petróleo. Independientemente de lo costoso que pudiera ser para las finanzas públicas mantener los subsidios a los precios de los hidrocarburos, sería más costoso y doloroso que el país entrara en un escenario inestable por las protestas sociales. Esto sí que saldría caro para todos, sin excepción.
No existe algo más valioso para una economía que la estabilidad y la confianza de los agentes económicos, por lo que mantenerlas es fundamental para seguir por el camino del desarrollo.
Sólo hay que recordar lo que sucedió hace algunos meses cuando el Gobierno comenzó a aplicar el ajuste trimestral en la tarifa de electricidad. Las quejas por alta facturación fueron por cientos de miles en las empresas distribuidoras. En algunas zonas del país hubo protestas, incluidas algunas acciones vandálicas en contra de los medidores.
En sentido general, mantener los subsidios a los combustibles es una decisión inteligente y estratégica en momentos en que, aparentemente, la inflación ha servido para cubrir los recursos destinados para mantener invariables los precios de los combustibles.