La pregunta que tiene por título nuestro artículo de esta semana podría parecer fútil, inane, sin importancia, pues la palabra emprendedores se ha puesto de moda, guardando siempre un sentido sexy en el concepto, sin que muchos entiendan la magnitud de lo que hay allí encerrado. Así, la interrogante es razonable al igual que la duda que genera una persona que dice que está emprendiendo algo, un proyecto, una iniciativa o una idea.
Otras preguntas vinculantes, a decir de Kawaasaki, G. (2016), son: ¿Los emprendedores se dedican a comprar cosas estupendas?; ¿A viajar a lugares divertidos?; ¿A crear a un mundo nuevo? Las respuestas a estas preguntas son un no rotundo y definitivo.
Lo cierto es que los emprendedores son gente especial, mas allá de lo que pueda pensar la mayoría de las personas. De hecho, el principal motor que pone en marcha cualquier emprendedor -“empresario innovador”- en el capitalismo es la “destrucción creativa” (Schumpeter, 1950), es decir, el “proceso mediante el cual la innovación transforma el modelo de negocio dominante en la industria, alterando las técnicas de producción o de comercialización, llegando a modificar la propia mercancía final”.
Ahora bien, independientemente de la conceptualización y características que se pueden derivar del esfuerzo emprendedor, existen diversos errores que generalmente cometen los que inician negocios, y que se deberían evitar desde un principio. Partiendo de lo que dice Kawaasaki, los emprendedores tienden a exagerar sus expectativas de ganancia futura, y apuestan a lograr un porcentaje del mercado más allá de sus posibilidades reales. La solución que se plantea para corregir este error es establecer una meta conservadora, de modo que si se supera crea un efecto positivo, contrario a si se queda muy por debajo de lo esperado.
Otro error de los emprendedores, siguiendo en la lógica de Kawaasaki, es querer “escalar la infraestructura y contratar recursos de la producción pensando en un éxito gigantesco, inevitable e inminente”. Muchos emprendedores desconocen que existe lo que se llama deseconomías de escala, que no es más que el aumento de los costos unitarios debido a una expansión inusitada de la producción, provocando un déficit financiero temporal, lo que normalmente asusta a dichos emprendedores. La solución posible frente a este error es no escalar hasta tener seguridad de ventas futuras, de modo que se garanticen los ingresos suficientes que sustenten los costos.
Otro error del individuo emprendedor es pensar que su mayor problema es conseguir financiamiento, confundiendo muchas veces esto con el éxito del negocio. Kawaasaki refiere que “el éxito del emprendedor consiste en construir una empresa”, no en la búsqueda de financiación, así como gestionarla adecuadamente, darle una direccionalidad y crear las condiciones para su permanencia en el mercado. Conviene decir, que las experiencias prácticas revelan que un emprendedor exitoso siempre encontrará financiamiento.
Finalmente, los emprendedores tienen la virtud de crear cosas nuevas, ser proactivos, innovar y generar toda una corriente positiva que impacta el mercado en donde estos interactúan. Ahora bien, no todos los emprendedores tienen claridad de su rol como dinamizador de las economías, generador de empleos y creador de riquezas.
El problema es que no existe un ecosistema emprendedor claramente establecido, en donde se identifique la cadena de valor vinculada a los emprendimientos: emprendedores, reguladores, financiadores, apoyadores, etc. A esto último hay que apostar durante los próximos años.