Inclusión financiera es, además de una frase, una meta que se renueva con los días. ¿De qué se trata y por qué ha sido tan difícil avanzar en este objetivo tan necesario para lograr que más personas puedan acceder a créditos bancarios formales? ¿Dónde ha estado el fallo?
Para el Banco Mundial, la inclusión financiera se refiere al acceso que tienen las personas y las empresas a diversos productos y servicios financieros útiles y asequibles que atienden sus necesidades, tales como transacciones, pagos, ahorro, crédito y seguros, y que se prestan de manera responsable y sostenible.
Y aquí digo yo lo siguiente: Ya sea por el sentido de responsabilidad social y compromiso con el desarrollo económico o por el interés de hacer negocios, las entidades de intermediación financiera, en todo el mundo, buscan que más personas estén integradas a la banca formal. Ahora bien, del dicho al hecho, partiendo de las estadísticas, hay un gran trecho por recorrer.
Este tema ha sido considerado prioritario en el Grupo Banco Mundial, que ubica la inclusión financiera como un elemento facilitador clave para reducir la pobreza extrema y promover la prosperidad compartida. La inclusión financiera, partiendo de los datos que ofrece el mismo Banco Mundial, aún está en la categoría de utopía. Las estadísticas establecen que en promedio en la región apenas el 42% de la población adulta tiene una cuenta bancaria.
Lo único que podemos colegir aquí es que hay rezagos importantes en este tema.
Lo que afirma el Banco Mundial es muy serio. A pesar de las ventajas de tener una población bancarizada y la necesidad de crecer en lo económico, no se ve como prioridad en las agendas nacionales. ¿Será que ante la necesidad de mayor dinamismo económico se puede priorizar la inclusión financiera?
Concuerdo con el Banco Mundial cuando se refiere a la inclusión financiera como a la disponibilidad y accesibilidad de productos y servicios financieros para personas y comunidades que han estado excluidas sistemáticamente de cuentas bancarias, cuentas de ahorros, préstamos formales, seguros o sistemas de pago. La inclusión considera que independientemente del nivel de ingreso, género, raza, edad o ubicación se pueda contar con el acceso a estos productos y servicios.
Ha habido avances, por supuesto. De hecho, República Dominicana posee una Estrategia Nacional de Educación Económica y Financiera desde 2015, que contempla el desarrollo de contenidos de enseñanza escolar y familiar en materias de economía y finanzas en centros académicos de la nación. ¿Se le ha dado seguimiento? Buena pregunta.
De acuerdo con la Encuesta de Cultura Económica y Financiera de 2014, la falta de ingresos, falta de un empleo estable y la desconfianza en las instituciones financieras, representan varias de las razones para no abrir una cuenta bancaria. Ojalá deje ser una utopía esto de la inclusión financiera.