Escondidos en las profundidades del océano, los arrecifes de coral, también llamados selvas del mar, son ecosistemas famosos por su vibrante colorido y peculiar belleza. Pero su aporte mayor está estrechamente ligado al aspecto ecológico y económico de países con comunidades costeras como República Dominicana. Un ‘bosque tropical’ marino que pese a sus bondades está bajo amenazas.
Datos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) establecen que los arrecifes se están deteriorando y muriendo debido a acciones humanas y presiones naturales. Se estima que a nivel global, el 70% de estos arrecifes está en riesgo de desaparecer en unas décadas. De ese porcentaje, al menos un 20% está perdido sin vuelta atrás. A nivel local, este ser viviente no ha sido ajeno a esta situación y mejorar el panorama aún es una tarea pendiente.
Los rápidos cambios en el sistema climático, la contaminación ambiental, la pérdida de hábitats y de biodiversidad también se suman a los problemas que originan la crisis medioambiental exacerbada en las últimas décadas. República Dominicana evidencia esa carencia de sensibilidad ambiental por parte de la población.
“Desde hace algunos años las poblaciones de corales (en este país) se han visto impactadas, además de los efectos del cambio climático, por la sobrepesca y la falta de educación ambiental de quienes interactúan en el ecosistema”, explica a elDinero Miosotis Batista, especialista en Ecología y Gestión Ambiental.
Respecto a la sobrepesca, el Censo Nacional Pesquero (2019), de la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE), indica que la actividad pesquera en el país se realiza en diferentes ambientes marinos, siendo el área de arrecife de coral el cuarto más preferido, representando el 11.74%. Delante figuran los ambientes arena (34.96), rocosos (21.69) y fango (16.34).
Diferentes alertas de buzos en la costa Norte y el reporte nacional “Estado y tendencias de los arrecifes coralinos en República Dominicana 2015-2019”, realizado por Reef Check Dominicana y la Universidad de Maine, arrojan datos alarmantes sobre el grado de deterioro y disminución de la cobertura de coral vivo en sus arrecifes, así como la incidencia de enfermedades en distintas localidades.
Para el biólogo marino Rubén Torres, presidente de la fundación Reef Check en el país, la situación general de los arrecifes de coral en las costas dominicanas es “preocupante” y muy similar a la escala global. Es decir, afirma, están bajo amenaza de desaparecer, aunque su condición de salud va desde “muy saludables” a “muy degradados”.
Están estresados, o sea, que pueden reducir su resistencia general y aumentar la sensibilidad a enfermedades y las especies invasivas, revela el estudio. En 2017, el impacto de los huracanes Irma y María redujo la cobertura de coral vivo, especialmente en la zona norte.
Mientras, el reporte “Salud de los arrecifes de coral en el país”, publicado en 2021, evidencia que el porcentaje de fondos marinos cubiertos por coral vivo mostró una alta variación entre las áreas de Pedernales, Samaná, Higüey, Montecristi y La Romana. Estas van desde un 2% hasta 21%, cuyo promedio es un 11%.
Por citar algunos casos, Montecristi registró una caída sustancial, al pasar de un 40% a menos de un 5% de coral vivo. En cambio, los arrecifes de La Caleta siguen siendo los de mayor cobertura de coral vivo; Bayahíbe muestra tendencia estable en relación a años anteriores y junto con Pedernales mostraron valores intermedios. Las Galeras y Punta Cana están por debajo del 8%.
De acuerdo con el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales, en el país caribeño se identificaron 181 zonas de arrecifes; y según la Lista Roja Nacional (2018), alrededor de 24 especies de corales, de las 68 reportadas, se encuentran en alguna categoría de amenaza.
Consecuencias de la pérdida
Un problema latente también es el blanqueamiento de coral. Para María Villalpando, investigadora asociada a la Fundación Dominicana de Estudios Marinos (Fundemar), este fenómeno consiste en la pérdida del color natural. Es decir, comenta, se convierte en blanco brillante. Esto ocurre por la expulsión de las algas llamadas zooxantelas que son simbióticas (viven con los corales) y le dan el color.
Sin embargo, subraya que las altas temperaturas del agua, por efecto del cambio climático, generan estrés, y las zooxantelas lo abandonan, quedando blanco del esqueleto.
Dijo, además, que la zona coralina del país más propensa a desaparecer si no se interviene es el sur. Agrega que la desaparición de estos como barreras naturales ante fenómenos atmosféricos supondría un costo millonario significativo.
“Por los estudios se sabe que sin arrecifes saludables, la destrucción y los costos asociados a inundaciones incrementan al doble”, resaltó Villalpando.
Un estudio de Nature Communications, elaborado por la Universidad de Cantabria, España, proyecta que sin los arrecifes de coral, los daños anuales producidos por las inundaciones se duplicarían, lo que supondría pérdidas económicas de US$4,000 millones. Mientras, los costos derivados por las tormentas se triplicarán.
Detalla que si se considera el aumento del nivel del mar, las inundaciones podrían llegar a duplicar el monto. A esto se sumaría que para las tormentas más fuertes, los daños por inundación aumentarían un 91%, para un total de US$272,000 millones.
Indica, además, que los países que más beneficios obtendrían de la conservación y restauración de los arrecifes serían Indonesia, Filipinas, Malasia, México y Cuba, cuyo ahorro individual anual en daños por esta causa sería de US$400 millones.
En el caso de República Dominicana, cada año las pérdidas a causa de desastres naturales se elevan a US$345 millones. No obstante, se estima (en un 2%) que estos costos sean superados hasta alcanzar los US$6,124 millones anuales en los próximos 50 años, según el Informe de Riesgos Fiscales del Ministerio de Hacienda, publicado en 2021.
Lugares de mayor cobertura coralina
De acuerdo con el biólogo marino, la posición geográfica permite a esta media isla poseer arrecifes de coral en casi toda su extensión costera, pero también, más del 80% de la población dominicana vive en estas zonas y esa presión influye (muchas veces en deterioro) de los arrecifes.
Destacó que las zonas de mayor crecimiento de arrecife son Montecristi, Sosúa (Puerto Plata), Samaná, Bávaro-Punta Cana (La Altagracia), La Romana, Juan Dolio (San Pedro de Macorís), Boca Chica-La Caleta (Santo Domingo), Palmar de Ocoa (Azua) y Pedernales.
Sin embargo, la cobertura de algas marinas (macroalgas) en todo el territorio nacional es de tres a nueve veces mayor cuando se compara con la cobertura de coral vivo. Nada favorable, ya que “cuando no hay suficientes herbívoros, las macroalgas pueden crecer rápidamente y matar o dañar a los corales utilizando una variedad de mecanismos que incluyen exudar compuestos tóxicos y crecer sobre ellos”.
Mal manejo de desechos sólidos
A nivel local, las acciones humanas están dando un alto nivel de degradación de los arrecifes coralinos. En ese sentido, Ernesto Reyna, exministro de Medio Ambiente y exvicepresidente del Consejo Nacional para el Cambio climático y Mecanismo de Desarrollo Limpio (CNCCMDL), indica que la contaminación y el mal manejo de los desechos sólidos de parte de la población hacen que estos se filtren y lleguen a los mares, impactando la vida marina.
Añade que el cambio climático, aunque es una situación global, ha aunado el estrés de los arrecifes locales, debido a la disminución de la calidad del agua y la sobreexplotación de especies claves, que han llevado a los arrecifes a un punto de inflexión y colapso.

“Las temperaturas anormalmente altas del agua, vinculadas al cambio climático, están incrementando la predominancia del blanqueamiento, enfermedades y eventos letales para los corales”, enfatiza Reyna en declaraciones a elDinero.
Reyna sostiene que las principales acciones que debe tomar República Dominicana para mitigar y adaptarse a los efectos del cambio climático son: seguir reduciendo el dióxido de carbono (CO2) del parque vehicular con flotas más sustentables y mejorar el destino y manejo de los residuos sólidos para que no afecte los ríos y mares. “Nuestro mayor reto es adaptarnos al cambio climático”, subraya.
En ese sentido, el biólogo marino Torres sostiene que esa contaminación bloquea la luz solar que los corales necesitan para sobrevivir, además de afectar sus organismos.
“Esa agua sucia que llega a los mares representa un gran peligro para los arrecifes de coral”, recalca Torres, al subrayar que pese a estos ocupar apenas el 1% del mar del mundo, sirven de hábitat para un cuarto de las especies marinas, las cuales también fungen como fuente de alimentación para los seres humanos.
¿Mayor inversión?
Para Omar Shamir Reynoso, biólogo marino de la Autoridad Nacional de Asuntos Marítimos (Anamar), República Dominicana ha “vivido de espaldas al mar” a pesar de que la zona costera depende directamente de la salud arrecifal tanto para actividades turísticas como de protección costera o medio de subsistencia de miles de ciudadanos.
Por kilómetro cuadrado, República Dominicana genera más de US$5.7 millones al año gracias a los arrecifes de corales, según el estudio “Valor turístico asociado a los arrecifes de coral de la República Dominicana”, realizado por The Nature Conservancy, una organización internacional sin fines de lucro.

El informe detalla que al año unas 800,000 personas participan en turismo asociado a los arrecifes. Esta actividad genera al país más de US$1,000 millones al año, más de US$865 millones en deportes adyacentes a los arrecifes, como visitas a playa y US$135 millones en segmentos como buceo.
El estudio “Proyecto Triangular Desarrollo de un Mecanismo Financiero Innovador para la Conservación de Arrecifes de Coral en República Dominicana”, presentado en 2021 por el Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo de República Dominicana (MEPyD), es más específico al indicar que solo en las costas de Bayahíbe, Punta Cana y Samaná, sus principales actividades económicas vinculadas a los arrecifes de coral como el uso de la playa de forma recreativa, el buceo recreativo, la pesca y la investigación, aportan a la economía dominicana US$1,142.2 millones al año. Este proyecto muestra este aporte con el fin de contribuir a la preservación del ecosistema.
Para Reynoso, los números hablan por sí solos y evidencian la importancia de invertir en la conservación de los corales. “A medida en que tengamos corales en buen estado, las comunidades costeras sentirán la diferencia, ya que serán más resilientes a los fenómenos naturales, habrá mayor disponibilidad de proteína con los peces, crustáceos y moluscos y más oportunidades para diversificar el turismo de playa”, explica.
Esta afirmación halla sustento en datos oficiales. Actualmente, la calidad de las playas (43.3%) lleva la voz cantante en la captación de visitantes, según la Encuesta de Opinión, Actitud y Motivación de Extranjeros no Residentes en 2021, del Banco Central. El segundo motivo por el que los turistas eligieron este país como destino en sus vacaciones fue por la hospitalidad (19.9%), seguido del clima (11.4%), entre otros.
Concienciación
Para el ministro de la Presidencia, Joel Santos, más que inversión se trata de concientización y de seguimiento. “Creo que el Gobierno ha estado dando todo el apoyo necesario”, puntualizó en declaraciones a elDinero.
Para el presidente de Reef Check República Dominicana, esa concienciación tiene mucho que ver con visibilizar la importancia que tienen los arrecifes para el desarrollo socioeconómico y ambiental de las comunidades, sectores productivos y población en general.
“Es un ecosistema que por estar debajo del mar es poco conocido, entonces lo que no se conoce no se cuida y nuestras acciones en la Tierra están haciendo daño a los arrecifes de coral, los cuales, en su mayoría, se encuentran degradados”, expresó Torres, al indicar que esta media isla tiene un potencial “grandísimo” para el turismo de playa.