Cada vez que se anuncia en paso de una tormenta tropical, un ciclón o cualquier otro fenómeno natural, la gente tiende a abarrotar los supermercados para “abastecerse” de productos básicos.
Sin embargo, la tendencia no es tanto a comprar baterías, enlatados, desechables o cualquier otro artículo necesario en situaciones de emergencia.
La mayoría lo que hace es agotar las áreas de víveres, carnes y bebidas, pues lo que planean es hacer un sancocho y pasar momentos de cierto ocio, aprovechando que el Gobierno generalmente declara días no laborales con la intención de que la ciudadanía se prepare para cualquier eventualidad indeseada.
Los que abarrotan los supermercados son personas de clase media, no los más necesitados, quienes viven de día a día y sí tienen entre sus preocupaciones las posibles inundaciones, deterioro de sus ajuares o de sus viviendas y posibles días o semanas en profunda precariedad. Esos no son los que van al súper.