El sector eléctrico dominicano debería ser considerado un referente a nivel nacional, y deberíamos contar con más apoyo y orgullo respecto a todo lo que hemos logrado en el desarrollo del mismo. Sin embargo, es un sector que históricamente ha arrastrado deficiencias, por lo que se hace un blanco fácil a críticas desatinadas. Debemos realizar un ejercicio sincero de evaluación de los méritos y resiliencia de este sector.
En primer lugar, hay que resaltar el compromiso que ha asumido República Dominicana con impulsar el crecimiento del parque instalado de plantas de energía renovable. El país ya cuenta con plantas fotovoltaicas (solar), eólicas (viento) y de biomasa; además, claro está, del tradicional uso de plantas hidroeléctricas.
Las plantas en base a energía renovable tienen dos grandes virtudes: no producen emisiones contra el medio ambiente y son autosuficientes, por lo que no requieren de combustible externo para producir electricidad. Con una capacidad instalada de generación renovable que se acerca a los 1,000 megavatios, República Dominicana se posiciona como referente en la materia a nivel regional.
Por otra parte, la matriz energética dominicana, desde hace ya varios años, también se diversificó, pues de contar primariamente con dependencia de fuel oil (una especie de diesel) ha pasado al gas natural, una fuente que históricamente ha sido menos costosa y bastante limpia para generar electricidad. La cuantiosa inversión en plantas a base de gas natural ha sido una de las principales razones de la evolución positiva de nuestro sector eléctrico.
No podemos dejar de mencionar el uso de generación en base al carbón, primariamente nos referimos a la planta de Punta Catalina que, si bien fue puesta en servicio en medio de cuestionamientos, realiza un importante aporte a la generación del país. Igualmente, contamos con lo que se denomina “generación base” respecto a fuel oil y otros métodos tradicionales para complementar la oferta eléctrica.
Además de lo anteriormente mencionado respecto a la matriz de generación eléctrica, nuestro país también cuenta con reguladores sofisticados en la materia, de lo que nos debemos sentir muy orgullosos. Asimismo, la transmisión eléctrica dominicana ha recibido importantes inversiones que han permitido mejorar de manera significativa este aspecto.
Finalmente, tenemos nuevos proyectos de generación de energía, utilizando todos los distintos métodos de generación eléctrica, lo que implica que continuamos expandiendo nuestra oferta. Estamos cerca de lograr un equilibrio a largo plazo entre la generación y la demanda.
Si bien es cierto que el sector eléctrico tiene un gran desafío de reducir las pérdidas y lograr un equilibrio en materia de cobranzas –que principalmente recae en las empresas distribuidoras propiedad del estado dominicano– nos debemos sentir muy orgullosos de la resiliencia y crecimiento de este importante sector. A largo plazo, es una pieza clave para el desarrollo sostenible y sostenido de nuestro país.