Ser Presidente de la República en Perú es el equivalente a apostar a la lotería. Las posibilidades de terminar el período son mínimas, esto partiendo de los resultados de los últimos 30 años. David Alfredo Tuesta Cárdenas (1967) es economista y exministro de Economía y Finanzas de Perú. Lo fue por corto tiempo: entre el 2 de abril y el 4 de junio de 2018. Renunció a su cargo luego de la aplicación de un alza en el impuesto selectivo al consumo para licores, bebidas azucaradas e hidrocarburos. Ejerció durante la Presidencia de Martín Vizcarra.
Las renuncias de Presidentes y ministros es “el pan de cada día” en la democracia peruana. Todos los jefes de Estado, desde Alberto Fujimori a la fecha, quizá con un par de excepciones, han tenido problemas con la justicia, están en prisión, han sido vinculados a casos de corrupción y, como sucedió con Alan García, hasta se han suicidado.
El caso más reciente que retrata la realidad política de este país es el de Pedro Castillo Terrones, un sindicalista y maestro rural que llegó a la primera posición pública del país, pero que apenas duró 18 meses en el cargo. Por su gabinete desfilaron 78 ministros de gobierno. En el cargo está Dina Boluarte por sucesión constitucional, la primera mujer en esa posición.
La economía peruana, sin embargo, parece estar blindada contra la inestabilidad política. Si bien la expansión del producto interno bruto (PIB) no es comparable con los años de bonanza, el crecimiento económico promedio supera el 3% en los últimos años, con excepción de 2021 cuando fue de un 13.6% tras el rebote de pospandemia.
La inestabilidad política, sin embargo, no ha afectado el desempeño económico de Perú, cuyas proyecciones lo ubican en un 2.1%. Las cifras de desempleo también dan buena referencia de su economía, pues está por debajo del 6%. Tuesta Cárdenas considera que si la economía de su país funciona relativamente bien, se debe, más que nada, a las reformas que se hicieron hace más de una década. Aunque advierte de una caída continua en la productividad del país.

Para el exministro de Economía y Finanzas de Perú, el gobierno está compelido a negociar reformas que se puedan hacer ahora y la presidenta en funciones, de su lado, debería irse para que igualmente lo haga el Congreso. Boluarte, afirma, puede presionar que se hagan las reformas, ya que, si ella dice que se va de la Presidencia, también lo harán los legisladores porque eso es lo que dice la Constitución.
Está entre quienes se inscriben en que será necesario una reforma constitucional, pero que en estos momentos no existe un Congreso con los actores que puedan llevarla a cabo. Cuando se le pregunta si la Presidencia le quedó grande a Pedro Castillo, su respuesta fue la siguiente: “Definitivamente”, lo cual debería hacer reflexionar a los ciudadanos respecto a la democracia.
Complejidad
¿Cuán compleja es la sociedad peruana que no ha podido combinar la estabilidad económica con la estabilidad política y por qué la economía responde relativamente bien aún en medio de un entorno político tan accidente? “Lo que uno observa en el caso peruano es la convivencia de dos conjuntos de instituciones con características bastantes contrastantes. Tienes, por un lado, lo que nosotros denominamos las instituciones económicas: Banco Central, política monetaria, financiera, fiscal y organismos reguladores de la competencia. (…) Estas son instituciones que funcionan en base a reglas”, expresó.
Explicó que el Banco Central es una institución autónoma, como en muchos países de la región, pero que en Perú las reglas son “súper establecidas”. A su entender, el hecho de haber vivido una hiperinflación en los 80 ha quedado en el inconsciente colectivo y afirma que hasta los peores políticos que ha tenido el país han respetado esta institución.
Por otro lado, destaca, están las instituciones políticas, que identifica como las más capilares, que implica las relaciones del Estado con la sociedad, las cuales deben velar el día con los ciudadanos y cuidar de la seguridad ciudadana. A manera de ejemplo, explica lo que sucedió con la salud en tiempos de la pandemia del convid19, ya que Perú tuvo los peores resultados en la región y en el mundo.
“Aquí es donde, en gran medida, el Estado está ausente”, apunta Tuesta Cárdenas en entrevista con elDinero luego de participar como facilitador en el taller “Cómo entender los sistemas de fondos de pensiones”, efectuado en la Universidad de Salamanca, España, bajo la coordinación de Novaster.
Atención
En este contexto, dice, es que el ciudadano se ve, de alguna manera, abandonado y se enfrenta a un Estado con ciertas características bipolaridad, ya que por un lado está el Estado que abandona al ciudadano a su suerte, razón por la que gran parte del país está sometido a problemas de inseguridad, llegando al límite de que pequeños empresarios pagan extorsión y sufren con la delincuencia.
“Es una situación muy compleja. Están abandonos, pero por otro lado tienes un Estado que te agobia, pues te pide que pagues permiso por todo, te supervisa dos y tres veces, que tienes que hacer trámites y permisos”, explica.
Para el exministro de Economía y Finanzas de Perú, hay una institución política y social que todavía no se encuentra y dentro de esa informalidad institucional, que está ahí, se ubica la informalidad política. Sostiene que esa informalidad de la que habla es la que ha permeado a la política.
Refiere que cualquiera puede formar un movimiento político en Perú sin ningún tipo de restricciones, características o limitantes. “No hay criterios básicos respecto a la forma de cómo debieran organizarse estos partidos o cómo elegir sus bases. Esto se suma a un proceso descentralización muy fuerte en el país y se les ha otorgado una serie de responsabilidades a más de 1,800 distritos que existen en el país. Si tú atomizas no puedes hacer nada”, afirma.
Señala que la lógica de un Estado es que se pueda generar economía de escala, como, por ejemplo, que tengas una carretera que sólo conecte las diez cuadras del distrito que manejas, sino que debería ser una vía que conecte las ciudades con el puerto. “Este trabajo está roto completamente con un proceso de descentralización muy mal”, indica, al tiempo de afirmar que el propio Estado se ha complicado la forma de atender a la población.
Respecto a los políticos, señala que la manera en que se eligen y los incentivos con los que llegan son de servir al ciudadano. Reconoció que ya el mundo ha visto que hay quienes llegan a las posiciones públicas para servirse y por eso ha habido casos seriamente cuestionados.
Respecto a la gestión actual, que preside Digna Boluarte, expresa que “hay una debilidad clarísima” reconocida por el propio gobierno. Refiere que su nivel de aprobación apenas supera los dos dígitos, igual que sucede con el Congreso. Sin embargo, entiende que la Presidencia ha registrado una mejoría relativa cuando se compara con el inicio de su administración.
Prevé, de continuar el problema de inestabilidad, que la actual administración se vea enfrentada a una grave situación económica en el país, lo cual se nota porque está entrando a un período importante de recesión.
Renuncia
¿Por qué renunció al cargo de ministro de Economía y Finanzas? Explica que cuando se asume una responsabilidad ministerial hay que tener claro que es una posición política, independientemente de las competencias técnicas que hay que tener para ejercerlo.
Reveló que cuando se enfrentó a situaciones en las que él vio que el Gobierno “no se sentía muy cómodo”, entonces optó por darle tranquilidad al país y espacio al Presidente para que escoja a alguien con quien se sienta más cómodo. “Es lo que le corresponde a una persona que asume una cartera de manera responsable. No creo ser el único”, afirma Tuesta Cárdenas.
En el caso de Perú, según sus leyes, hay prerrogativas en cuanto a los selectivos que sí los puede determinar el ejecutivo. Su renuncia como ministro, según explica, se debió a “un pequeño afinamiento”, pero admite que se dio cuenta que el ciudadano está pagando mucho para lo poco que le ofrece el Estado. A esto se agrega, dice, las quejas por el mal uso de los recursos públicos. Trató, asegura, de eliminar los gastos superfluos y desbalance del Estado, lo cual fue aplaudido por la población, pero su error, según se colige, fue intentar hacer ambas cosas al mismo tiempo.
Aprendió que la población quiere primero ver que se reduzca la grasa del Estado, se elimine la corrupción en el gasto y luego lo siguiente serían los ajustes. A su entender, hubo una falta de sintonía con la política del momento.
En cuanto a los sectores que se vieron afectados por los ajustes que se hicieron a los selectivos, entiende que todo aquel que sienta afectado por una decisión del Gobierno tiene derecho a reclamar, lo cual no es diferente a lo que sucede en otros países. En su caso, afirma, no ve mal que la gente y los sectores que se sintieron afectados reclamaran.
Banco Central de Perú
El exministro de Economía y Finanzas afirma que el Banco Central de Perú goza de una independencia que le ha permitido exhibir resultados satisfactorios. “Su independencia ha permitido esos resultados y esos resultados son los que refuerzan su independencia”, sostiene.
Explica que, al final, una institución está compuesta por un conjunto de reglas formales e informales que son respetadas (escritas y no escritas). En este caso, dice que el Banco Central de Perú ha logrado credibilidad y fortaleza en base a su autonomía e independencia. Observa que, si la población nota que esa institución lo estuviera haciendo mal, incluyendo un aumento del gasto superfluos, ya lo hubiera hecho saber.
Destaca que en las casi dos décadas de gestión de Julio Velarde su presupuesto se ha mantenido igual en términos reales, es decir, no se ha visto que los salarios de los funcionarios se despegan de la realidad. Esa forma de actuar, apunta, le da más respeto porque se ve que hacen su trabajo en un ambiente conservador. Destaca que siempre es importante ver cómo se maneja la parte no escrita en la gestión pública.
Respecto al reto de enfrentar la crisis económica, destaca que en el caso de Perú hay une espacio fiscal muy importante y, a su entender, es en base a reglas. “Tratar de hacer uso de los recursos cuando se necesite, pero saber que se tienen que recoger cuando las cosas vayan mejor. Eso es importante, pero lo más importante, más allá de lo fiscal y monetario, es construir productividad y hacer esas reformas de fondo que se han quedado paralizadas. Mejorar el mercado laboral, invertir en infraestructuras y retomar los proyectos de alianzas público privado que quedaron paralizados a raíz del escándalo de Odebrecht. Hay que retomar ese camino de la productividad”, refiere.
El ministro de Economía y Finanzas considera que, a final de cuentas, las política monetaria y fiscal son dos herramientas que vas a tener mejor posibilidad de utilizarlas en la medida que tu entorno de crecimiento a largo plazo, no el coyuntural, es favorable. Indica que el gran problema de Perú no es el fenómeno del Niño, que vive ahora, o la inestabilidad política; el reto es que se ha dejado de hacer reformas desde hace más de una década.
Las mipymes en Perú
El exministro de Economía y Finanzas de Perú, David Tuesta Cárdenas, hace referencia a la forma en que operan las micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes) en Perú. No descarta que, además de lo difícil que es relacionarse con el Estado en términos impositivos, exista un tema de índole cultural.
Indica que ser formal implica enfrentarse a una serie de derechos laborales que implican altas cargas y costos no salariales, tales como vacaciones no pagadas, compensaciones por tipo de servicios, contribuciones a las pensiones y altos niveles de compensaciones que sólo las grandes pueden cumplir, ya que tienen capacidad para contratar trabajadores de alta productividad.
A los costos también hay que sumarles los requerimientos para operar, los cuales no pueden ser cubiertos por las mipymes, tales las condiciones de seguridad de los trabajadores y del local donde funcione la empresa, así como los requisitos contables, tributarios financieros, libros, balances y acuerdos laborales. “Al final, todo esto te ahuyenta”, indica.
Refiere que hay empresas que deciden dividirse en unidades más pequeñas para no pasar el umbral a partir del cual deben pagar impuestos o ser formales, todo por los costos que implica escalar.